Debido a que los problemas de visa y de seguridad obligan a más periodistas extranjeros a informar desde fuera de China, las audiencias internacionales salen perdiendo.
En los últimos años, los periodistas han emigrado de ciudades como Beijing o Shanghái hacia Taiwán, Corea del Sur o Singapur.
Cuando la Voz de América habló con cinco periodistas que actualmente cubren China desde fuera de sus fronteras, dijeron que informar desde lejos los había hecho sentir más desconectados del país. Con ello, se corre el riesgo de sesgar y entorpecer la forma en que la comunidad internacional entiende a China.
"Restringe la visión sobre lo que está sucediendo en China de diferentes maneras", dijo Chris Buckley, quien informa desde Taiwán para el New York Times. "No creo que, al final, haya ningún sustituto a estar en China para informar sobre lo que está sucediendo".
Después de informar desde China durante décadas, Buckley tuvo que irse en 2020 cuando el gobierno se negó a renovar su visa.
Fue uno de los varios periodistas que ese año fueron expulsados o encontraron que sus renovaciones de visa fueron rechazadas, mientras que China y EEUU se enfrascaban en un toma y daca sobre la entrega de visas y Washington limitó el número de permisos para el personal de los medios estatales chinos en su territorio.
Washington y Beijing acordaron en 2021 relajar las restricciones de visas, pero obtener una visa para informar en China sigue siendo un problema, ya que las negociaciones sobre el tema entre ambos países se han estancado, según la Asociación de Corresponsales Extranjeros de China.
Taiwán, que en sí misma es una región de creciente interés, se ha convertido en el nuevo centro de operaciones.
"Ha habido varias oleadas de corresponsales extranjeros que han venido a Taipéi en los últimos años, impulsados por las dificultades y los riesgos de trabajar en China", dijo a la VOA Thompson Chau, presidente de la Asociación de Corresponsales Extranjeros de Taiwán.
Pero incluso con sólo unos 160 kilómetros entre China y Taiwán, la isla "está cada vez más desconectada de China", dijo un periodista radicado en Taiwán.
"Estamos recibiendo una versión mucho más pulcra de los reportes”, dijo una periodista que trabajó en China durante varios años y que pidió anonimato porque su empleador no la autorizaba a hablar con los medios.
Con acceso limitado, los periodistas dicen que tienen que encontrar formas creativas de hacer su trabajo. Y algunos de ellos, como Bethany Allen-Ebrahimian de Axios, nunca han podido conseguir una visa de periodista de larga duración.
Además de dos viajes periodísticos a China en 2015 y 2016, Allen-Ebrahimian siempre ha cubierto el país desde fuera.
La agencia de noticias francesa AFP ofreció una vez a Allen-Ebrahimian un puesto como corresponsal en Beijing, pero el gobierno chino le negó su solicitud de visa en 2019.
“Siempre tuve que ser muy innovadora para encontrar nuevas formas de dar noticias sobre lo que estaba sucediendo allí”, dijo a la VOA Allen-Ebrahimian, ahora radicada en Taiwán después de estar varios años en Washington.
En una declaración enviada por correo electrónico a la VOA, el portavoz de la embajada de China en Washington rechazó la idea de que Beijing restrinja el trabajo de los periodistas en su país.
"China siempre da la bienvenida a los medios y periodistas extranjeros para que informen en China de acuerdo con las leyes y regulaciones, y les brinda comodidad y asistencia", dijo Liu Pengyu en su comunicación. "Cualquiera puede decir cualquier cosa, en cualquier lugar, siempre que no sea ilegal".
China se encuentra entre los mayores carceleros de periodistas del mundo, según datos del Comité para la Protección de los Periodistas.
Silencio de las fuentes
Entre los desafíos de cubrir el país desde lejos está la dificultad de encontrar fuentes -muchas de las cuales ya desconfían de los medios extranjeros- que estén dispuestas a hablar.
“No eres más que una voz extraña e incorpórea en el teléfono. ¿Por qué alguien debería arriesgarse a hablar contigo?”, dijo un periodista a la VOA. El periodista, que se encontraba entre los reporteros estadounidenses expulsados de China en 2020, solicitó el anonimato porque su empleador no le autorizaba a hablar con los medios.
También es casi imposible tener una idea de cómo es la vida en China o en cualquier otro lugar si el periodista no está allí experimentándolo de primera mano, dijeron los periodistas.
Christian Shepherd, que cubre China para el Washington Post desde Taiwán, dijo que le hubiera encantado informar sobre cómo la alguna vez oscura ciudad de Zibo se convirtió en el destino preferido de barbacoas en China a principios de este año.
"Realmente no vale la pena si no podemos estar allí", dijo a la VOA.
La distancia significa que todos los sonidos y olores –todo el color que distingue a China– son meros recuerdos.
Yaqiu Wang, que investiga China en Human Rights Watch, dijo que tener periodistas en China, a pesar de los desafíos, es crucial.
“La gente es vigilada y acosada cuando está en China, pero todavía quiere estar en China, incluso con todos los dolores de cabeza, porque así es como se obtienen las mejores historias”, dijo.
La distancia también tiene graves implicaciones para el tipo de reportaje que es y no es posible y, a su vez, para la imagen de China a la que están expuestas las audiencias de todo el mundo.
"Los artículos que vean estarán desproporcionadamente más sesgados hacia las historias de defensa, las historias de seguridad nacional, las historias de 'el gobierno chino es autoritario y malo'", dijo Allen-Ebrahimian.
“Deshumaniza a China. Convierte a China en un concepto más que en el hogar de mucha gente valiosa”, añadió.
El periodista que fue expulsado de China añadió: "No creo que haya ninguna duda de que la comprensión de la comunidad internacional sobre lo que está sucediendo en China está muy disminuida".
La ironía, dijeron periodistas y analistas, es que un mejor acceso y más historias de interés humano probablemente ayudarían a la reputación global de China.
En 2013, el presidente Xi Jinping introdujo el concepto de “contar bien la historia de China” a través de los medios de propaganda controlados por el Estado.
Pero los intentos de influir en los medios extranjeros bloqueando a los periodistas han resultado contraproducentes, dijeron periodistas y analistas.
“No es en absoluto lo mejor” para China, dijo Wang. Dado que Beijing se queja regularmente de que Occidente no entiende a China, dijo, “entonces dejemos que los corresponsales extranjeros vayan a China y entrevisten a chinos comunes y corrientes”.
Algunos periodistas como Shepherd son optimistas de que podrán regresar. Otros tienen menos esperanzas. "Ciertamente no creo que eso suceda durante la vida de Xi Jinping", dijo Allen-Ebrahimian. "Pero podría estar equivocado y me gustaría estar equivocado".