Doris Quintana conducía un transporte escolar cuando vio a cuatro sujetos armados que asaltaban a una mujer. Se asustó e intentó huir pero no alcanzó a asegurar la puerta del conductor y ella y una niña de 10 años fueron víctimas de un ladrón armado.
“Intenté poner el seguro y el tipo [hombre] me abrió la puerta y se metió adentro, me sacó las llaves, mis documentos [con el dinero] y le robó la mochila a la niña”, relató a The Associated Press. Le pidió al ladrón que no se llevara las llaves del vehículo, pero “me apuntó con la pistola en la cabeza”.
Quintana, como la mayoría de los chilenos, vive con temor a ser víctima de la delincuencia en un país donde la inseguridad es la mayor desde 1990, lo que ha llevado a la gente a encerrarse tras rejas para sentirse más segura y a que muchos cambien algunas conductas para protegerse.
Chile se transformó en el país más preocupado del mundo por la violencia, según un estudio hecho en 29 naciones por la encuestadora internacional IPSOS, con un 64 % de menciones. La encuesta de noviembre reveló que el país superó largamente el promedio global de 26 %.
Expertos y autoridades coinciden en que, en comparación con años anteriores, en Chile aumentó el nivel de violencia con el que se cometen los delitos, en los que están cada vez están más presentes las armas.
El subsecretario de Prevención del Delito, Eduardo Vergara, dijo a mediados del año que el país “está viviendo el peor año en seguridad, al menos desde el retorno a la democracia (en 1990)”, mientras el subsecretario del Interior, Manuel Monsalve, precisó que en 2019 el 43 % de los delitos se cometían con armas de fuego, cifra que este año subió al 60 %.
Datos oficiales indican que en el país sudamericano hay unas 765.000 armas de fuego inscritas y, según estimaciones del proyecto Small Arms Survey, del Instituto Superior de Estudios Internacionales y de Desarrollo de Ginebra, Suiza, en 2018 había unos 2,2 millones de armas en total entre ilegales y registradas.
El presidente Gabriel Boric asistió la última semana de diciembre a la destrucción de 17.590 armas en una siderúrgica. En su mayoría habían sido decomisadas en operativos policiales o entregadas voluntariamente por la ciudadanía.
Según las estadísticas oficiales del Centro de Estudios y Análisis del Delito (CEAD), durante este año se han registrado 354.683 delitos mayores -homicidios, violaciones y robos con violencia-. Entre 2020 y 2021 los delitos disminuyeron porque el país vivió largos meses bajo estrictas cuarentenas impuestas para frenar la propagación del COVID-19.
Uno de los delitos que más aumentó en 2022 fue el homicidio, con 564 hasta septiembre, lo que representa un 55 % más que en 2021. Otro crimen al alza es el secuestro: hasta septiembre se habían denunciado 70, la misma cifra que en todo 2021.
También crecieron los robos violentos de automóviles en calles y autopistas y la sustracción de vehículos en la entrada a los domicilios.
En el aumento de la percepción de inseguridad influye un factor objetivo como “el aumento real de los delitos violentos, especialmente el homicidio” y otro subjetivo empujado por “la mayor exposición a las imágenes de hechos violentos”, dijo a AP Jorge Araya, experto en seguridad de la Universidad de Santiago.
La socióloga Alejandra Mohor, investigadora del Centro de Estudios en Seguridad Ciudadana de la Universidad de Chile, cuestionó la cobertura de los delitos que hacen los medios de comunicación. “Cuando este evento se repite” en la televisión una y otra vez, “convertimos realidades particulares... (y) lo ponemos en un plano de ocurrencia que supera lo que realmente es”, por lo que hay una discordancia entre los niveles de inseguridad y temor.
“Me levanto y me acuesto pensando cómo mejorar la seguridad de nuestra patria”, dijo Boric al anunciar que había enviado al Congreso cuatro proyectos de ley para aumentar penas o modificar leyes sobre extorsión, porte de armas, secuestro y sicariato.
En Chile el sicariato es un delitos nuevo que, como los secuestros, está relacionado con el narcotráfico.
El profesor Araya señaló que la mayor violencia en la comisión de delitos responde a que el crimen organizado chileno “se han sofisticado, se ha hecho más poderoso y puede adquirir más armamentos”. También se potenció “por el ingreso de migrantes que están ligados a bandas de crimen organizado”, añadió.
Para Patricia González el temor se transformó en realidad cuando una madrugada de comienzos de diciembre vio por una aplicación telefónica cómo sujetos desvalijaban su local de reparación y venta de artículos de motocicletas. Mientras desde su sistema de alarma llamaba a la policía, el grupo le robó el equivalente a 11.500 dólares. No tenía seguro.
Al respecto, Leopoldo Briceño, presidente del gremio de corredoras de seguros, declaró que este año los seguros aumentaron un promedio de 50 % y que los robos crecieron un 60 % en comparación con 2021.
El temor ha llevado a muchas personas a cambiar sus conductas: un 71% dejó de salir a ciertas horas, un 59 % reforzó la seguridad en sus hogares y un 75 % ha dejado de ir a determinados lugares. Además, un 32 % de las viviendas fue víctima de robo o de un intento de robo en los últimos seis meses.
Muchos conjuntos habitacionales cerraron con rejas sus accesos por seguridad.
El gobierno espera que antes de fin de mes se concrete un acuerdo nacional de seguridad que debate con la oposición derechista. Boric, cuyo presupuesto de seguridad para 2023 aumentó en un 4 %, ha dicho que hay que recuperar los espacios públicos que están en manos de la delincuencia.
La ministra del Interior, Carolina Tohá, que aspiraba concretar el acuerdo de seguridad a fines de diciembre, explicó que el pacto transversal busca construir un documento con las prioridades legislativas y proyectos de ley que se a debatirán en el Congreso durante el próximo año.
Pero el Parlamento interrumpirá sus labores durante todo febrero por vacaciones, por lo que la tramitación de estos proyectos deberá esperar.
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