La primera ministra Theresa May se aprestaba a rechazar en las próximas horas las peticiones crecientes de un segundo referendo para la salida de Gran Bretaña de la Unión Europea, diciendo que haría un daño irreparable a la confianza en la democracia.
Pero incluso cuando May insistía que podría salvar su impopular acuerdo de divorcio de la UE, la presión crecía para que tomara una medida drástica -un nuevo referendo o votación entre los legisladores -para poder salir del punto muerto del Brexit.
La oficina de May dijo que diría el lunes por la tarde a los legisladores en la Cámara de los Comunes que organizar otro referendo “les diría a los millones que confiaron en la democracia, que nuestra democracia no cumple”.
También argumentará previsiblemente que dicha votación sólo exacerbaría las divisiones del país, en lugar de eliminarlas.
Sin embargo, un número creciente de políticos creen que un nuevo referendo es la única forma para salir del impasse político sobre el Brexit.
El gobierno de May y la UE lograron un plan de divorcio el mes pasado, pero May aplazó una votación parlamentaria con la intención de ratificar el acuerdo la semana pasada cuando fue evidente que sería rechazado de forma apabullante.
Con la fecha programada de la salida de Gran Bretaña del bloque para el 29 de marzo, sigue sin estar claro si el país se irá con un acuerdo o sin él: esto último tendría consecuencias caóticas que podrían paralizar los puertos del Reino Unido, mantener en tierra a aviones y provocar escasez de bienes básicos.
Una posibilidad es darles a los miembros del Parlamento una variedad de opciones, desde salir sin acuerdo hasta tener otro referendo, para ver si hay apoyo mayoritario para cualquier medida.
El vocero de May, James Slack, dijo el lunes que el gobierno no tenía planes de tener una votación indicativa, pero la idea ha recibido apoyo del gabinete.