El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, enfrenta el lunes una nueva ola de condena internacional después de haber sido reelegido en unos comicios denunciados por sus críticos como una “farsa” para legitimar su régimen autocrático.
El grupo de 14 países latinoamericanos conocido como el Grupo de Lima declaró el lunes que no reconocerá los resultados de las elecciones en Venezuela en que Nicolás Maduro se declaró reelegido presidente.
El proceso no será reconocido “por no cumplir con los estándares internacionales de un proceso democrático, libre, justo y transparente”, dijo la alianza que incluye a Argentina, Brasil, México, Colombia y otros.
En un comunicado la alianza advierte que los países “acuerdan reducir el nivel de sus relaciones diplomáticas con Venezuela, para lo cual llamarán a consultas a los embajadores en Caracas y convocar a los embajadores de Venezuela para expresar nuestra protesta”.
El domingo, Estados Unidos rechazó las elecciones en Venezuela. El Departamento de Estado a través del secretario de Estado Mike Pompeo dijo que en Twitter que las "elecciones fraudulentas no cambian nada". Agregó que "necesitamos que el pueblo venezolano gobierne ese país".
La Voz de América planteó el tema en análisis al polítologo venezolano Antonio De la Cruz, quién desde la diáspora observa la situación de su país y reclama acciones de la comunidad internacional.
Pese a su baja popularidad y la severa crisis que sufre el país petrolero, Maduro, un exchofer de autobús de 55 años, se impuso con comodidad a dos rivales poco reconocidos debido a la ausencia de las principales figuras opositoras en los comicios, la prohibición contra algunos partidos y ayudado por la entrega de alimentos subsidiados y bonos.
Las elecciones registraron la menor participación en más de dos décadas, según el encuestador Félix Seijas, y Maduro obtuvo 1,7 millones de votos menos que en la elección anterior en 2013.
Sus dos contrincantes, el exgobernador Henri Falcón y el pastor evangélico Javier Bertucci criticaron los resultados, denunciaron irregularidades y pidieron nuevas elecciones.
“¡La revolución llegó para quedarse!”, exclamó un exultante Maduro después de haber sido declarado vencedor, ante miles de seguidores que festejaban, bailaban junto al palacio presidencial de Miraflores en Caracas, cantando “Vamos Nico”.
Aunque no dio detalles, el presidente se comprometió a sacar a flote una economía que sufre un estancamiento, hiperinflación y una escasez crónica y enfrenta fuertes compromisos de deuda mientras su producción petrolera cae en picada.
“Si lo que podemos comprar ahora es yuca y sardina, con otros seis años con Maduro como presidente no comeremos nada, esa es la patria que nos han dado hoy los chavistas”, se quejó la ama de casa Luisa Madrid, de 61 años, en la ciudad de San Félix, al sur de Venezuela.
Colaboración con la entrevista de Gioconda Tapia Reynolds