Para los que no somos expertos, hay dos tipos de luces, las amarillas y las blancas. Estas primeras son las que más energía consumen y por ende aumentan el recibo mensual de energía.
Las otras son las blanca, las cuales están no solo de moda, sino que además ofrecen una ventaja al bolsillo y al planeta.
Un apartamento de dos cuartos puede tener unas 10 luces en los techos, incluyendo lámparas, el solo cambiar estas luces por “blancas”, podrían ofrecer un descuento en nuestro recibo mensual que multiplicado por el año sí que son ahorro.
Las bombillas o luces blancas ahorran entre el 70 y 80% de energía, son más resistentes a los golpes y tienen una duración de entre 3 y 6 años, es decir, un promedio de unas 6,000 horas de duración.
Las desventajas son más emocionales, algunos consideran que la luz blanca es sinónimo de trabajo.
“Me da la impresión, al llegar a casa, que aun estoy en la oficina. Tu sabes, el mismo color y la misma radiación”, señala Edgar Vallejo, quien tomó la decisión de hacer el cambio.
Otros como Alexander Hall, estudiante de ingeniería, dicen que se trata de ahorro.
“Hay luces de poco consumo que son amarillas y ofrecen ese mismo estado emocional. La luz blanca que compras en una ferretería tiene tres tipos de color blanco, así que se trata de algo enteramente emocional”, señala este joven de 25 años y quien promueve el cambio energético.
En Estados Unidos, el juego de cuatro bombillas puede oscilar entre los cuatro y seis dólares, dinero que a final de año será recompensado.
Este simple cambio puede ahorrar un poco de dinero de su bolsillo y además, ayudar al planeta.