La contadora peruana Cecilia Fiestas y su hija adolescente, Ximena, se aseguraron. No querían que nada salga mal en su viaje a Cusco. Ya estaban al tanto de las quejas de algunos turistas en las redes sociales por haber hecho el viaje hasta la que fue la capital del Imperio Inca y no poder visitar Machu Picchu, debido a estafadores que falsificando páginas web ofrecen boletos de acceso.
Además, había visto imágenes recurrentes en los noticieros de televisión peruanos mostrando a turistas locales y extranjeros haciendo enormes filas para poder comprar infructuosamente un ticket de ingreso para el mismo día al considerado mejor atractivo turístico de Sudamérica, según World Travel Award.
“Nosotras logramos llegar a la ciudadela sin ningún problema porque, para asegurarnos, tomamos un paquete de una agencia de viajes seria y ya teníamos todo coordinado”, afirmó a la Voz de América.
Actualmente, Machu Picchu tiene un aforo diario permitido de casi 4.500 personas, casi el doble de lo aprobado por el Ministerio peruano de Cultura en julio del 2020, atendiendo una recomendación de la UNESCO para salvaguardar el recinto, que ha mostrado desgaste en suelo y rocas.
Pero ha habido idas y venidas en la cantidad de visitantes que se debe permitir en el recinto, lo que ha ocasionado problemas y enfrentamientos entre operadores turísticos, autoridades y los propios lugareños.
“Se tiene una demanda mayor por visitar la Maravilla, por lo que tanto los turistas como la población exigen volver a la cantidad permitida hasta julio del 2020 (de casi 6.000 personas por día)”, afirmó a la VOA desde Cusco Neil Castro, licenciado y consultor en turismo y representante de la Municipalidad de Machupicchu ante su unidad de gestión. Afirmó además que la medida tomada de disminuir la capacidad de admisión se dio “sin ninguna valoración o criterio técnico”.
Sostuvo que la Unidad de Gestión del Santuario Histórico de Machu Picchu decidió hace tres meses incrementar a 5.044 visitantes por día, pero esta medida aún no ha sido implementada. Está pendiente evaluar la propuesta y aplicarla de ser aprobada.
“La ampliación a 5000 por día el número de turistas que visitan Machu Picchu viola las normas internacionales que obligan al Perú a preservarlo y no destruirlo. Abre el camino para que la UNESCO lo declare patrimonio mundial en peligro. Hay que salvar el Santuario”, reaccionó el excanciller Manuel Rodríguez Cuadros en un tuit cuando se conoció esta decisión.
Por su parte, el ex ministro de Cultura Luis Jaime Castillo. Sostuvo que en el 2017 se tuvo esa advertencia y por esa razón se dio una serie de recomendaciones. “El Perú asumió una serie de compromisos con una misión de la UNESCO que vino al Perú para hacer una revisión. El mensaje fue: si el Estado no podía resolver el asunto, iba a incluir a Machu Picchu en la lista de peligro”, afirmó.
Discrepancias
Pero hay opiniones divergentes como el del presidente de la Cámara de Comercio de Machu Picchu pueblo, John Santos Gonzales, quien manifestó que el nuevo número de cupos abierto para ingresar a la ciudadela inca impulsará la reactivación del turismo.
“El aumento de visitantes es bueno, pero se deben tomar algunas acciones para que no afecte a la ciudadela como generar un horario de visitas. “Estoy de acuerdo en que debe haber más cuidado de nuestra maravilla y sé que hay muchas agencias de turismo que están ofreciendo boletos cuando ya no hay”, dijo.
Denunció la existencia de inescrupulosos que promueven la informalidad, crean el caos y engañan a los visitantes. “Se debe elaborar un plan estructurado para ver cómo será la venta de entradas, pero tenemos que apoyar a las empresas formales” opinó.
Riesgos
El reconocido arqueólogo peruano Fernando Astete, quien por décadas estuvo al frente del patronato del sitio inca, advirtió en el 2019, en su obra “30 años de experiencia al frente de Machupicchu”, que el cambio climático y la gestión de turismo masivo son los retos mayores a los que tendrá que enfrentarse la ciudadela.
“Comienza a afectar el desgaste en el suelo y rocas. Nos visitan todos los días una media de cuatro mil personas en la que vivían cuatrocientas “, sostuvo y añadió que la maravilla del mundo estaba pensada, como máximo, para 1.500 personas.
En su obra manifestó que el cambio climático supone un desafío para su conservación porque algunas rocas se oscurecen y se deteriora el suelo. Muchas de las paredes de Machupicchu, sostiene, se han oscurecido. Al subir la temperatura, la flora que estaba en un nivel geográfico más bajo también sube y se instala en las paredes causando un deterioro, reseñó.
El santuario, admirado por su belleza arquitectónica y con áreas de mayor biodiversidad del Perú, alberga a más de sesenta monumentos arqueológicos articulados mediante una compleja red de caminos inca, y los visitantes que recibe de diferentes partes del mundo permiten un fuerte movimiento económico en pueblos cercanos.
Machu Picchu fue reconocido por la UNESCO como Patrimonio Histórico y Cultural de la Humanidad en 1981 y podría ser declarado patrimonio en peligro si el Estado peruano descuida los compromisos que asumió para protegerlo, uno de ellos era una mejor gestión de los visitantes.
Turistas extranjeros y nacionales suelen quejarse por el servicio de trenes que recorren la ruta hacia la también considerada una de las maravillas modernas del mundo y por la presencia de agencias de viaje informales que engañan a los visitantes.
“Muchos visitantes prefieren tramitar la visita a la ciudadela con una agencia de turismo conocida porque cumplen con lo prometido. También hay gente que ha sido estafada contactando desde Lima con terceros que al final nunca les dieron nada”, dijo a la VOA la estudiante de Antropología, Silvana Villanueva.
Además, las constantes protestas de pobladores, con bloqueos de vías incluso, para exigir atención del Estado, ha hecho pasar malos ratos a más de un turista.
Esta semana trabajadores del sector Cultura protestaron para exigir que la recaudación proveniente de las visitas a sitios arqueológicos, como Machupicchu, no la administre el gobierno central y anunciaron la suspensión de la atención en varios atractivos turísticos, incluida la ciudadela inca.
En las últimas semanas ocurrieron numerosas protestas y debates en diferentes sectores de Cusco con la finalidad de buscar medidas para reactivar la alicaída economía.
Por ejemplo, en el pueblo de Aguas Calientes, desde donde se accede al santuario, hace pocos días los habitantes salieron a las calles para pedir al gobierno el inicio de obras para construir las defensas del río Alcomayo, que cruza el pueblo de Machupicchu, cuyas aguas se desbordaron e inundaron gran parte del pueblo en enero de este año.
Los pobladores denuncian que esta inacción de las autoridades los afecta enormemente porque la mayoría de los turistas no se quedan en el pueblo porque lo consideran un peligro y ese hecho afecta su economía.
En el Cusco, unas 130.000 personas dependen del turismo de manera directa o indirecta, y lo que se espera es que cuide a su gallina de los huevos de oro.
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