El presidente de Ecuador, Lenin Moreno, dijo el martes en Washington que el fundador de Wikileaks, Julian Assange, quien fue arrestado el 11 de abril después de ser expulsado de la embajada de Ecuador en Reino Unido, había convertido el edificio en una sede de espionaje.
Moreno visita Estados Unidos días después de que su país revocara el asilo a Assange, el cual fue concedido durante el gobierno del expresidente Rafael Correa. El australiano fue arrestado por la policía británica en nombre de Estados Unidos, país que ha pedido la extradición de Assange, a quien se le acusa de conspirar con una exmilitar —ahora encarcelada—para acceder a información clasificada.
En la agenda pública de Moreno no está contemplado un encuentro con funcionarios del gobierno estadounidense. El presidente de Ecuador aseguró que la decisión de revocar el asilo de Assange no estuvo relacionada con los cargos que tiene en EE.UU. sino que fue tomada por el supuesto mal comportamiento del activista en la embajada.
“Untaba con sus heces fecales las paredes de la embajada(…) ofendió al país y a su gobierno”, aseguró Moreno en un evento en el centro de análisis Diálogo Interamericano. El mandatario también afirmó que antes de revocar el asilo, Ecuador mantuvo conversaciones con Reino Unido para asegurarse que Assange no fuera a para a un país “donde hubiera pena de muerte”.
Moreno también aprovechó la ocasión para reiterar su apoyo a la Organización de los Estados Americanos (OEA), haciendo énfasis en los cambios de la política exterior de su gobierno con respecto al de su predecesor.
“Luego de 17 años, un presidente ecuatoriano visita la OEA”, dijo Moreno en la capital estadounidense. Durante su viaje, el líder suramericano visitará la sede del organismo, donde dará un discurso el miércoles, y se reunirá con directivos del Banco Mundial.
“Siempre se nos vendió la idea de que los organismos multilaterales eran herramientas del imperialismo, que bueno que no es así”, afirmó Moreno, haciendo referencia a las objeciones de Rafael Correa a la OEA y a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, que denunció el deterioro de la libertad de expresión en Ecuador durante su gobierno.