Un aumento en la cantidad de familias que piden asilo ya no abruma solo a las ciudades a lo largo de la frontera con México sino que se está haciendo sentir en localidades del interior, que deben alojar a los migrantes en hangares de aeropuertos y terrenos de rodeos, y donde las autoridades hacen lo posible acomodar el incesante flujo de migrantes.
El servicio de inmigración le puso el ojo a estados como la Florida, Michigan y Nueva York para que ayuden a alojar migrantes antes de que sean despachados a su destino final, que puede ser en cualquier parte de Estados Unidos.
En los estados fronterizos, ciudades que se encuentran a varias horas en auto desde México están recibiendo a veces cientos de migrantes diarios. La situación obliga a las autoridades y a las organizaciones sin fines de lucro a ofrecer albergue por una noche o dos, algunas comidas y ayuda para viajar, de modo tal que los migrantes puedan llegar a su destino final.
El tema generó intrigas políticas la semana pasada cuando bastiones demócratas de la Florida se opusieron a la idea de que se enviasen migrantes a sus condados.
En otros sitios, en cambio, ciudades y estados están preparándose. Nuevo México y Colorado llegaron a un acuerdo para que algunos migrantes sean enviados a Denver. Una remota localidad en el desierto de California ha ayudado a que cientos de migrantes encuentren refugio por períodos cortos.
El Servicio de Control de Inmigración y Aduanas (ICE, por sus siglas en inglés) históricamente se asegura de que las familias tengan adónde ir antes de liberarlas, pero el año pasado acortó su estadía en respuesta a la creciente cantidad de gente que llegaba desde México. Comenzó a soltar migrantes en las ciudades de la frontera, en albergues atestados y en terminales de autobuses.
Paralelamente, la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza, que entrega al ICE a las personas que detiene tras cruzar ilegalmente la frontera, ha comenzado a trasladar en avión a la gente a otras ciudades para que sea procesada y la libera sin pasar por el ICE, diciendo que esa agencia ya no da abasto.
A medida que aumenta la cantidad de migrantes en las ciudades de la frontera, las autoridades buscan soluciones en el interior del país.
En la Florida, las noticias de migrantes que buscan asilo y permanecen en carpas o campamentos precarios debajo de puentes parecía un tema distante hasta la semana pasada. Pero las autoridades informaron al público acerca del traslado de 1.000 migrantes de El Paso, Texas, a dos condados de la Florida todos los meses para que sean procesados y liberados. Dijeron que se trataba de una “crisis humanitaria” que podría dar paso a “campamentos de indigentes”.
“Me asustaba la idea de que viniesen aquí y viviesen en carpas”, dijo Mark Bogen, alcalde de los condados de Broward, uno de los primeros que se opuso al plan. “No es que no seamos hospitalarios. Somos hospitalarios, inclusivos, pero no tenemos recursos para atender a esta gente”.
El gobernador republicano de la Florida Ron DeSantis habló el sábado por teléfono con el presidente Donald Trump, quien le dio garantías de que eso no sucedería. Detroit y Buffalo (estado de Nueva York) también fueron considerados, pero el secretario interino de seguridad nacional Kevin McAleenan descartó esa posibilidad el domingo.
En Nuevo México, las ciudades Las Cruces, Deming y Albuquerque están dispuestas a colaborar. Pero la junta de comisionados del poco poblado condado de Sierra, en el mismo estado, aprobó el martes una resolución expresando su oposición a la reubicación de migrantes allí, destacando la pobreza de la zona y la falta de transportes.
La gobernadora de Nuevo México, Michelle Luján Grishman, pagó para que enviasen migrantes en autobús a Denver, aliviando así la carga de Nuevo México, y anunció que el estado reembolsaría a las dependencias oficiales que ayudan a los migrantes.
“Es nuestro deber como estado, ante la ausencia de un cambio importante de estrategia y en el despliegue de personal de parte del gobierno nacional, acomodar y resolver las necesidades de estos migrantes y las comunidades en las que son liberados”, escribió Luján Grishman el martes en una carta a legisladores estatales republicanos.
A Las Cruces, distante 74 kilómetros (46 millas) de El Paso, le cuesta salir a flote. Desde el 12 de abril fueron llevados a allí unos 6.500 migrantes.
“No pronosticamos que esto merme a corto plazo”, dijo el portavoz del gobierno Udell Vigil.
En San Diego las autoridades abrieron hace poco un edificio céntrico de tribunales que iba a ser demolido y que sirvió a más de 14.000 miembros de familias que piden asilo desde octubre.
La Patrulla de Fronteras ha estado liberando a unos 65 migrantes en la remota ciudad de Blythe, en el desierto californiano. La portavoz del condado de Riverside, Brooke Federico, dice que desde marzo llegaron más de 1.800 personas que piden asilo a esta ciudad de 20.000 residentes.
Unos 250 migrantes han estado llegando a diario a Deming, ciudad de 14.000 personas. La mitad pasan una o dos noches en un parque de atracciones normalmente usado para rodeos. El resto va a un hangar abandonado tras la Segunda Guerra Mundial.
El miércoles algunos niños jugaban al fútbol en un terreno polvoriento cerca de una zona de picnics. A pocos metros, migrantes se bañaban con agua fría en casetas. Otros lavaban su ropa, que se seca en pocos minutos bajo el calor del desierto.
“Lo más importante es que no tenemos a mil migrantes caminando por la ciudad de Deming”, expresó el alcalde de esa localidad Aaron Sera.