Investigadores encontraron que los bebés alimentados con leche materna tienen una exposición menor al arsénico en comparación con los infantes que ingieren fórmula.
El estudio encontró que el polvo y el agua que se emplea para preparar la fórmula con la que se alimentan los bebés podrían ser fuentes de arsénico, el cual está naturalmente en el ambiente y en grandes dosis está vinculado a serios problemas de salud, escribieron los investigadores en el Journal Environmental Health Perspectives.
Según los investigadores los padres que alimentan a sus niños con fórmula no deben alarmarse, pero sí recomiendan tomar atención y revisen el agua que emplean para preparar los biberones de sus hijos.
El estudio no vincula directamente si la exposición a bajos niveles de arsénico podría ser dañino ni tampoco han vinculado alguna enfermedad posterior para el infante por haber ingerido arsénico a través de su fórmula.
“Las personas que desconocen la composición del agua que emplean deben someterla a una prueba”, dijo Kathryn Cottingham , una de las investigadoras del centro de investigación de prevención de enfermedades y de salud medioambiental infantil de la universidad de Dartmouth en Hanover, New Hampshire.
El arsénico es un contaminante muy común en el agua de pozo. El gobierno estadounidense regula qué cantidad de arsénico está permitido en el agua de consume humano, pero no existe regulación para los pozos privados.
En New Hampshire donde se realizó el estudio los pozos privados abastecen de agua al 40 por ciento de la población. Alrededor de uno en 10 pozos en el estado tienen niveles de arsénico de más de 10 microgramos por litro, cantidad permitida para el consumo.
Para el estudio se empleó 72 bebés, 70 por ciento solo recibieron leche maternal, 13 por ciento solo formula y 17 por ciento una combinación de las dos. Los que recibieron solo fórmula presentaron una mayor concentración de arsénico en la orina.