El inconfundible sonido gitano y flamenco del grupo español “Gipsy Kings” llenó el Wolf Trap de Vienna, en el estado de Virginia en Estados Unidos.
Los asistentes se congregaron desde primera hora de la tarde para poder conseguir un buen sitio en la pradera del Wolf Trap y desde que abrieron las puertas, el público tardó pocos minutos en invadir el espacio verde del parque cultural.
Los “Gipsy Kings” saltaron al escenario con puntualidad y llenaron el escenario con la calidez propia que siempre trae la música flamenca. Las palmas, la rumba y el punteo de las guitarras animaron a los asistentes enseguida, y la música del éxito “A ti, a ti” inició el recital.
Siguieron éxitos como “Por el amor de una mujer” o “Ciento” y los juegos de luces iban marcando el ritmo y las emociones de las canciones. De tonos azulados y morados al principio, las luces se tornaron blancas, evocando el paisaje mediterráneo y pasaron a rojas y amarillas, y estos tonos más vivos y alegres, transportaban al público a los parajes soleados del sur de España, donde se siente y comprende la alegría y sabor flamencos.
Los artistas manejaban las guitarras como una extensión de su voz y sus manos, y el lamento de las cuerda se escuchaba junto a la percusión, en esa fusión contagiosa que hacen los Gipsy Kings de diferentes estilos musicales: desde el más puro y profundo flamenco tirando a la rumba, al rock and roll y a los ritmos latinos.
Antes de un pequeño descanso de unos minutos, los artistas españoles pusieron al Wolf Trap entero en pie con su éxito “Djobi, Djoba” y el conocido estribillo “cada día yo te quiero más”.
“Amigo”, “Caramelo”, y ratos largos donde solamente la música llenaba el espacio y embriagaba los corazones del público marcaron una segunda parte, llena de emoción y de sentir gitano. Los juegos de luces siguieron acompañando a las guitarras y los cantares.
Era difícil resistirse al ritmo, y aunque los más rumberos se lanzaban a bailar en donde encontraban algún hueco, muchos desde sus asientos movían las caderas y se balanceaban hacia los lados, a la vez que improvisaban un acompañamiento con palmas.
El concierto culminó con la canción más esperada y más conocida, “Bamboleo” y el Wolf Trap explotó en ritmo y alegría. Brazos que imitaban sevillanas y pies que marcaban el ritmo de la rumba se sumaban a la música de los Gipsy Kings.
Pero el público se quedó con ganas, y cuando los Gipsy Kings desaparecieron y el escenario se entornó, el público empezó a gritar. Y sin hacerse mucho de rogar, arrancaron su bis con el éxito “Volaré”.
Con alegría y mucha vida los Gipsy Kings saltaron toda barrera cultural y conquistaron al público estadounidense. Pasan los años y envejecen los artistas, pero no lo hace el ritmo con el que cautivan a quien se les ponga por delante, ni su objetivo flamenco de vivir la vida con alegría: “porque mi vida yo la quiero vivir así”.
Los asistentes se congregaron desde primera hora de la tarde para poder conseguir un buen sitio en la pradera del Wolf Trap y desde que abrieron las puertas, el público tardó pocos minutos en invadir el espacio verde del parque cultural.
Los “Gipsy Kings” saltaron al escenario con puntualidad y llenaron el escenario con la calidez propia que siempre trae la música flamenca. Las palmas, la rumba y el punteo de las guitarras animaron a los asistentes enseguida, y la música del éxito “A ti, a ti” inició el recital.
Siguieron éxitos como “Por el amor de una mujer” o “Ciento” y los juegos de luces iban marcando el ritmo y las emociones de las canciones. De tonos azulados y morados al principio, las luces se tornaron blancas, evocando el paisaje mediterráneo y pasaron a rojas y amarillas, y estos tonos más vivos y alegres, transportaban al público a los parajes soleados del sur de España, donde se siente y comprende la alegría y sabor flamencos.
Los artistas manejaban las guitarras como una extensión de su voz y sus manos, y el lamento de las cuerda se escuchaba junto a la percusión, en esa fusión contagiosa que hacen los Gipsy Kings de diferentes estilos musicales: desde el más puro y profundo flamenco tirando a la rumba, al rock and roll y a los ritmos latinos.
Antes de un pequeño descanso de unos minutos, los artistas españoles pusieron al Wolf Trap entero en pie con su éxito “Djobi, Djoba” y el conocido estribillo “cada día yo te quiero más”.
“Amigo”, “Caramelo”, y ratos largos donde solamente la música llenaba el espacio y embriagaba los corazones del público marcaron una segunda parte, llena de emoción y de sentir gitano. Los juegos de luces siguieron acompañando a las guitarras y los cantares.
Era difícil resistirse al ritmo, y aunque los más rumberos se lanzaban a bailar en donde encontraban algún hueco, muchos desde sus asientos movían las caderas y se balanceaban hacia los lados, a la vez que improvisaban un acompañamiento con palmas.
El concierto culminó con la canción más esperada y más conocida, “Bamboleo” y el Wolf Trap explotó en ritmo y alegría. Brazos que imitaban sevillanas y pies que marcaban el ritmo de la rumba se sumaban a la música de los Gipsy Kings.
Pero el público se quedó con ganas, y cuando los Gipsy Kings desaparecieron y el escenario se entornó, el público empezó a gritar. Y sin hacerse mucho de rogar, arrancaron su bis con el éxito “Volaré”.
Con alegría y mucha vida los Gipsy Kings saltaron toda barrera cultural y conquistaron al público estadounidense. Pasan los años y envejecen los artistas, pero no lo hace el ritmo con el que cautivan a quien se les ponga por delante, ni su objetivo flamenco de vivir la vida con alegría: “porque mi vida yo la quiero vivir así”.