Sin lágrimas, sin risas y directo. Una y otra vez las respuestas de Lance Armstrong a la presentadora Oprah Winfrey, en la entrevista transmitida el jueves por la noche fueron unos lacónicos “Sí”.
¿Usaste substancias prohibidas? "Sí".
¿Entre esas sustancias prohibidas había EPO (la droga que estimula la producción de glóbulos rojos)? "Sí".
¿Te sometiste a transfusiones y dopaje sanguíneo? "Sí".
¿Usaste testosterona, cortisona y la hormona del crecimiento humano? "Sí".
¿Lo hiciste en todas sus victorias en el Tour de Francia? "Sí".
Así, Armstrong finalmente aceptó que se dopó durante casi toda su carrera y que fue de esa manera que logró ganar siete competencias del Tour de Francia, algo que aceptó es humanamente imposible de conseguir sin doparse.
"Soy un personaje imperfecto", dijo Armstrong.
Sin dar muchos detalles, ni revelar nombres de cómplices o de otras personas que supieron que se dopaba, el ciclista estadounidense conjeturó que probablemente no habría sido descubierto si no hubiese decidido regresar al deporte en el 2009.
Armstrong dijo también que no pensó que estuviera haciendo trampa ni que estaba obteniendo ventaja de nadie, porque en realidad “lo consideré necesario para emparejar las cosas".
Las autoridades antidopaje han dicho que solamente una confesión bajo juramento — "no hablando con una anfitriona de televisión", como dijo el director general de la Agencia Mundial Antidopaje, David Howman — podría motivar una reconsideración de la prohibición de Armstrong de todos los eventos competitivos oficiales.
Así que la confesión de Armstrong, más que ayudarlo a él, acaso sirve para levantar el canal OWN, de la entrevistadora Wenfrey, quien busca desesperadamente la manera de alcanzar los grandes números de audiencia que tenía con su programa en las cadenas abiertas.
De cualquier modo, una historia que parecía demasiado heroica para ser cierta — la de un sobreviviente de cáncer que ganó una de las pruebas más duras del deporte siete veces seguidas — resultó ser falsa.
¿Usaste substancias prohibidas? "Sí".
¿Entre esas sustancias prohibidas había EPO (la droga que estimula la producción de glóbulos rojos)? "Sí".
¿Te sometiste a transfusiones y dopaje sanguíneo? "Sí".
¿Usaste testosterona, cortisona y la hormona del crecimiento humano? "Sí".
¿Lo hiciste en todas sus victorias en el Tour de Francia? "Sí".
Así, Armstrong finalmente aceptó que se dopó durante casi toda su carrera y que fue de esa manera que logró ganar siete competencias del Tour de Francia, algo que aceptó es humanamente imposible de conseguir sin doparse.
"Soy un personaje imperfecto", dijo Armstrong.
Sin dar muchos detalles, ni revelar nombres de cómplices o de otras personas que supieron que se dopaba, el ciclista estadounidense conjeturó que probablemente no habría sido descubierto si no hubiese decidido regresar al deporte en el 2009.
Armstrong dijo también que no pensó que estuviera haciendo trampa ni que estaba obteniendo ventaja de nadie, porque en realidad “lo consideré necesario para emparejar las cosas".
Las autoridades antidopaje han dicho que solamente una confesión bajo juramento — "no hablando con una anfitriona de televisión", como dijo el director general de la Agencia Mundial Antidopaje, David Howman — podría motivar una reconsideración de la prohibición de Armstrong de todos los eventos competitivos oficiales.
Así que la confesión de Armstrong, más que ayudarlo a él, acaso sirve para levantar el canal OWN, de la entrevistadora Wenfrey, quien busca desesperadamente la manera de alcanzar los grandes números de audiencia que tenía con su programa en las cadenas abiertas.
De cualquier modo, una historia que parecía demasiado heroica para ser cierta — la de un sobreviviente de cáncer que ganó una de las pruebas más duras del deporte siete veces seguidas — resultó ser falsa.