Imagina estar en alguna ciudad de Venezuela, a 9.600 kilómetros de Ucrania, tratando de informarte sobre una guerra que no comprendes del todo y enciendes la televisión para ver el canal del Estado.
Entonces, periodistas locales y reportes de medios extranjeros afines a Moscú describen el conflicto de acuerdo con la visión de un actor: Rusia.
No hablan de guerra ni de ocupación armada o invasión, sino de “operación especial”. Tampoco describen escenas vividas en el terreno ucraniano atacado.
En cambio, hablan de un gobierno ucraniano repleto de “neonazis” autoritarios, supuestamente dispuesto a usar armas de destrucción masiva, mientras dibujan a una Moscú altruista, cuya aspiración primordial es liberar a esa población de la opresión.
Sobran las declaraciones de los funcionarios del gobierno del presidente Vladimir Putin, pero hay pocas o ninguna sobre las autoridades ucranianas, a menos que se trate de noticias que enloden sus reputaciones e intenciones.
“Rusia ataca centro de instrucción de mercenarios en Ucrania. Rusia entrega más de 4.100 toneladas de ayuda humanitaria a Ucrania. Rusia denuncia que neonazis ucranianos asesinan diariamente a civiles en Mariúpol”. Titulares como esos abundan también en la versión digital del canal estatal venezolano VTV.
El uso de eufemismos, las citas exclusivas de Vladimir Putin y sus funcionarios, y una replicación “absoluta” de la narrativa del Kremlin caracterizan la cobertura que realizan los medios de comunicación del Estado venezolano y otros afines a propósito de la agresión armada a Ucrania, aseguran los expertos.
Los medios financiados por el gobierno de Nicolás Maduro, como Venezolana de Televisión y Telesur, están “completamente alineados con los códigos comunicacionales del Kremlin”, advierte León Hernández, docente universitario, investigador y directivo del Observatorio Venezolano de Fake News.
Hernández, autor de libros sobre periodismo y comunicación en Venezuela, explica que la prensa cercana al Palacio de Miraflores, epicentro del poder político, adoptó el uso de términos que suelen caracterizar a la retórica rusa en cuanto a la guerra.
“Hablan del supuesto régimen de Ucrania, cuando es un gobierno elegido en sistema democrático. Hablan de una supuesta amenaza de la OTAN para justificar la operación. Aquí, lo replican con todo el vigor”, expone.
La palabra “operación” o el término “conflicto complejo” desplazan en los noticieros estales a otros válidos, que describen mejor lo ocurrido en suelo ucraniano, como “invasión”, detalla Hernández a la Voz de América.
“Son reiterativos en el mensaje principal que ha utilizado el régimen de Vladimir Putin para decir que los ucranianos deben rendirse porque han sido secuestrados por una camarilla de neonazis. Esa es la constante”, asegura.
Oferta restringida
La oferta de prensa independiente en Venezuela está “restringida” desde hace años, explica Carlos Correa, investigador venezolano y director de Espacio Público, una organización civil que promueve los derechos a la libertad de expresión, información y responsabilidad social de medios en su país.
En televisión, el Estado retiró en 2007 la concesión de uno de los canales privados más vistos, Radio Caracas Televisión. Una Ley de Responsabilidad Social promovió desde 2004 la autocensura en emisoras de radio y televisoras.
También, el monopolio estatal para la distribución de papel periódico provocó, mediante la asignación discrecional o restricción de esa materia prima, el cierre progresivo de decenas de medios de prensa escrita de circulación regional y nacional.
Según Espacio Público, 221 medios de comunicación cerraron en Venezuela entre 2004 y 2018 por algún modo de censura oficial. Entre ellos se cuentan 138 emisoras de radio, 13 canales de televisión y 70 periódicos que ya no circulan impresos.
“Si tienes una oferta restringida, por supuesto, no tienes muchas opciones y puedes tener una mayor preponderancia, aumentan las opciones de impacto” con transmisiones de informaciones “sesgadas” en medios del Estado, asegura Correa en conversación con la Voz de América desde Caracas.
El especialista y defensor de derechos humanos asegura que el “ecosistema” de medios del Estado también incluye a funcionarios que usan sus redes sociales con “una suerte de vocería en paralelo” sobre la guerra en Ucrania.
“Claramente, están dentro de la lógica de las fake news. También hay una cobertura sesgada en función de los intereses de Rusia. Es una perspectiva alineada con los objetivos de la propaganda rusa”, opina Correa.
El viceministro comunicacional de Maduro, Alfred Nazareth, criticó el 6 de marzo la censura europea a medios financiados por el gobierno ruso, como Sputnik y RT, que suelen ser referencias en medios venezolanos.
“Cientos de miles de usuarios en TikTok se convierten en difusores de la realidad en Ucrania: la masacre de Dombás perpetrada por los nazis y silenciadas en los medios occidental (sic) sale a la luz. ¡Venganza poética!”, escribió entonces en su cuenta de Twitter, @luchaalmada.
Cambios sutiles
El gobierno de Maduro ha manifestado en las últimas semanas “cambios sutiles” en su discurso sobre la guerra, a pesar de su persistencia en describir a Rusia como víctima de la OTÁN, observa Geoff Ramsey, director para Venezuela del centro de pensamiento Washington Office for Latin America (WOLA).
“Si bien mantiene esa retórica alineada con la versión rusa del conflicto en Ucrania, el gobierno de Maduro se ha ofrecido como mediador. Ha puesto más énfasis en la necesidad de un diálogo de paz”, expresa a la Voz de América.
Ramsey opina que esa nueva postura correspondería a “una dinámica donde Maduro está viendo cuánto podría beneficiarle distanciarse de Moscú”.
Ese matiz sobre la guerra coincide con la reunión de Maduro, a principios de marzo, con un grupo de altos funcionarios del gobierno del presidente estadounidense Joe Biden, entre ellos el embajador James Story.
El encuentro ocurrió en momentos en que la compañía Chevron hace lobby en Washington a fin de flexibilizar las sanciones contra Maduro y su industria petrolera para suplir el crudo ruso, vetado por Biden, con el venezolano.
Dos días después de la reunión de Maduro con voceros estadounidenses, el mandatario abogó en público por un diálogo entre Rusia y Ucrania para zanjar el enfrentamiento.
“Venezuela suma su voz a la paz, al diálogo, a que las resoluciones sean a través de mecanismos pacíficos. Nunca nos verán en las filas de la guerra en sí misma, o por la guerra”, dijo el presidente durante un congreso de su partido, el PSUV.
En el mismo discurso, hizo votos por la reactivación del diálogo con la oposición venezolana, detenido en Ciudad de México desde octubre del año pasado. “Si pedimos diálogo a Ucrania y Rusia, tenemos que dar el ejemplo”, indicó.
Caracas y Moscú afianzaron sus relaciones energéticas, militares y geopolíticas desde el fortalecimiento de las sanciones por el expresidente Donald Trump, entre 2017 y 2019, recuerda el directivo de WOLA para Venezuela.
Esos vínculos han permeado a lo comunicacional, acota. Considera que el desconocimiento de una realidad tan lejana como la ucraniana brinda a Maduro una ventana para ofrecer una versión “más desconectada de la realidad”.
“Quizás en Venezuela no hay mucho conocimiento profundo sobre Ucrania y eso le permite al gobierno de Maduro mentir aún más a su propia población”, dice.
Correa, de Espacio Público, también dice haber notado “un cambio, un cierto reacomodo” del gobierno de Maduro ante el conflicto armado en Ucrania luego de la visita de voceros del Departamento de Estado y la administración Biden.
“Hubo como un cierto cambio en la línea de parte del gobierno. Es hablar menos del tema. Después, no se ha insistido en el tema por parte de Maduro. En cuanto a la cobertura (en medios del Estado), se sienten muy vigilados”, sostiene.
Ramsey, por su parte, da por sentado que el gobierno venezolano ofrece a Moscú sus canales de propaganda para amplificar los mensajes del gobierno de Putin. “Eso corresponde a las alianzas geopolíticas entre ambos países”, añade.
El Kremlin, destaca, intenta pintarse como “víctima de la agresión del Oeste”, exagera el riesgo de una “derecha neonazi” en Ucrania y suele describir la guerra como una “operación humanitaria” destinada a proteger la población local.
“Vemos un claro intento de ocultar la verdad sobre posibles crímenes de lesa humanidad y ataques de blancos civiles como hospitales. Hemos visto todo tipo de propaganda de parte de los medios oficialistas de Rusia”, remarca.
Influencia relativa
La televisión venezolana “no es un sitio favorito” para informarse y el canal estatal Venezolana de Televisión no es referencia en ese sentido, matiza el director de Espacio Público. Cerca de 50% de los usuarios locales identifican a VTV como un medio prooficialista, según una encuesta de la firma Datanálisis.
“No está entre los 10 primeros medios con mayor impacto (en la sociedad). La gente sabe que allí va a conseguir información oficial, ya sea para reafirmar su visión o tratar de contrastarla”, apunta Correa. Las prioridades para lograr información medianamente plural son las redes sociales y el Internet, dice.
Las compras de periódicos y canales por empresarios cercanos al chavismo y el bloqueo de páginas de diarios digitales críticos con el oficialismo, como El Pitazo, El Nacional, La Patilla y Efecto Cocuyo, dificultan esa intención colectiva de ver noticias con más rasgos periodísticos que propagandísticos.
Hernández, del Observatorio Venezolano de Fake News, no está tan convencido de que los medios estatales no tienen suficiente impacto en la sociedad. Cree, por el contrario, que tienen “un alcance mayor” que la prensa independiente.
La censura y la autocensura durante años en Venezuela han alcanzado “una influencia muy grande” mientras los medios digitales no tienen “un alcance tan poderoso”, dice el autor del libro La pantalla censurada: RCTV, Globovisión.
“Claro que tienen influencia y relativizan la verdad. Se suman a otros fake news y unidades desinformativas que han avasallado al ecosistema digital en esta primera confrontación bélica importante. Es difícil que esa viralización de contenido falseado no penetre a una población desinformada por las restricciones y la censura impuestas desde el inicio” del chavismo, afirma.
Correa, por su parte, coincide en que predominan “las reglas básicas de la propaganda” en la circulación de noticias mediante medios oficiales.
“Hay un cierto agotamiento de la lógica de la verificación. VTV es básicamente una herramienta de propaganda” en Venezuela, dijo. Cree que el país experimenta desde hace años una migración hacia otras plataformas que le permitan informarse más apropiadamente y burlar la censura oficial.
Cita las manifestaciones espontáneas de julio de 2021 en Cuba y la Primavera Árabe entre 2010 y 2012 para subrayar cómo, en Venezuela, circula por igual la información libre en medio de una sociedad “cerrada” por la restricción oficial.
Correa tiene clara su explicación: “es una dinámica de resistencia”.
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