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La monarquía adquiere nueva relevancia en Europa


También hay indicios de que nuevas generaciones de realeza se ven arrastradas hacia a la política.
También hay indicios de que nuevas generaciones de realeza se ven arrastradas hacia a la política.

Los monarcas de Europa que por mucho tiempo se han visto relegados a funciones ceremoniales, bodas espectaculares y forraje para la prensa del corazón, de repente retoman relevancia.

El Rey Felipe VI de España asumió un papel protagonista en el enfrentamiento contra el separatismo en Catalunya denunciando a los organizadores de un referéndum independentista en 2017 por actuar “fuera de la ley”, re-afirmando el compromiso monárquico con la defensa de la unidad nacional.

Ahora se avecina el caso, de acuerdo a especulaciones en medios británicos, de que la Reina Isabel II sea llamada a solucionar una crisis constitucional si el Primer Ministro Boris Johnson se empeña en sus planes de sacar a Reino Unido de la Unión Europea, sin previo acuerdo con Bruselas, si es necesario.

Aparte de sus moribundos poderes constitucionales, los dos monarcas parecerían tener poco en común.

Isabel ha ocupado el trono por 67 años, que su real casa de Windsor ha poseído sin interrupción durante siglos. Felipe, por su parte, asumió la corona hace cinco años por la abdicación de su padre, cuya dinastía Borbón fue restaurada por un ahora vilipendiado caudillo militar.

Aun así, son parientes de sangre a través de la Reina Victoria, matriarca imperial británica quien empuño poder político en Europa y gran parte del mundo durante el siglo XVIIII.

Los dos “están llamados para llenar vacíos de poder creados por gobiernos débiles, la inhabilidad de políticos electos en concertar decisiones y la polarización que eso genera”, dice el profesor de ciencias políticas William Ogilvie de la Vega, de la Universidad Francisco Marroquín, en Madrid.

Aunque pareciesen anacronismos, en las desarrolladas democracias de sus respectivos países, los dos monarcas permanecen jefes de Estado y como tal, tienen lo que el que fuera embajador de España en Londres, Federico Trillo-Figueroa, describe como “poderes durmientes”.

Tales incluyen, en el caso de Isabel, el poder para convocar y disolver el parlamento y aprobar leyes con su sello, aunque en la práctica ella solo ejercita esos poderes por legado del primer ministro.

Tales poderes "normalmente se ejercen de formas no visibles y solo afloran públicamente en situaciones de crisis constitucional para garantizar el equilibrio entre instituciones,” explicó Trillo-Figueroa a la Voz de América.

Pero bajarse del pedestal real para tomar partida en luchas políticas es una jugada peligrosa.

La Reina Isabel arriesga enajenar los elementos más tradicionales de la sociedad británica, que en su gran mayoría votaron para salir de la Unión Europea en el referéndum del 2015, si rehúsa la esperada petición de Johnson para suspender el parlamento cuando intenten bloquear un Brexit a las bravas. El Palacio de Buckingham ha advertido oficialmente que “la voluntad del parlamento debe ser respetada”.

Hace algunos días, el cabecilla de campaña del Brexit, Nigel Farage, lanzo lo que para un político conservador nacionalista serían ofensas sin precedente a la familia real. Llamo a la difunta madre e la Reina una “fumadora en cadena y bebedora de sobrepeso”.

El Rey Felipe igualmente despertó la ira de nacionalistas catalanes con su abierto apoyo a medidas de regla directa impuesta sobre Catalunya por Madrid. Hasta la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, opuesta al independentismo radical, rehúye del Rey cuando visita la segunda ciudad de España y protestas hostiles invariablemente lo acogen en la capital catalana.

De acuerdo con un informe en el periódico El Mundo, el anterior primer ministro Mariano Rajoy aconsejo en contra de dar el discurso real televisado en cadena en el que el monarca acuso a autoridades catalanas de “deslealtad inadmisible” antes de que el gobierno los procesara por sedición y rebelión

Pero Raquel Casviner Cañellas, de Convivencia Cívica Catalana, dice que el Rey “necesitaba tranquilizar a constitucionalistas añorando la unidad de España que consideraban las respuestas de autoridades centrales como excesivamente cautelosas”.

El padre de Felipe, Juan Carlos, aseguro el triunfo de la monarquía en España con su conducción de la transición democrática después de la muerte del dictador Francisco Franco.

Frenó un golpe por oficiales ultraderechistas en 1981, pendiente, quizás, de cómo su cuñado, Constantino, perdió el trono de Grecia a causa de su percibida afinidad con una junta de coroneles.

“Las coronas retoman su función de poder moderador y arbitral que caracteriza a las monarquías constitucionales y parlamentarias modernas, y no se quedan solamente en sus habituales funciones simbólicas, representativas y protocolarias tradicionales”, dice el embajador Trillo- Figueroa.

También hay indicios de que nuevas generaciones de realeza se ven arrastradas hacia a la política. La esposa hollywoodense del Príncipe Enrique, Meghan Markle, Duquesa de Sussex, ha sido criticada por parcialidad política, racial y de género la redacción de un artículo que próximamente aparece en la edición británica de Vogue, titulado “Quince fuerzas para el cambio”.

De los 15 individuos perfilados, “todas son mujeres, solo cinco son blancos," y la mayoría representan causas asociadas con la izquierda, dice el periódico londinense Daily Telegraph.

Mientras que el rotativo Daily Express resalta que el ex presidente de Estados Unidos Barack Obama es “muy cercano” a Harry y Meghan y les ofrece consejo.

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