Estados Unidos está de luto por la muerte de la comediante estadounidense Joan Rivers, quien murió el jueves a la edad de 81 años.
Las cadenas de televisión, las estaciones de radio, los periódicos y los artistas, todos hablan de la manera que Rivers les hizo reír con sus bromas pasadas de tono o o hizo que la detestaran por su forma de abordar todo tipo de temas y todos los tabús, especialmente relacionados con las mujeres.
“Niña, de 30 años, soltera… ¡Eres una sirvienta!”, decía. “Hombre, 90 años, no está casado… ¡Es un bocadito!”.
En su tiempo, ser comediante y mujer era algo muy raro en la industria del entretenimiento, y peor aún si hablaba tan francamente.
Cada vez que decía “Platiquemos”, frase con la que solía empezar sus programas, era para agarrarse de la silla. Podía hablar abiertamente de la flacidez de sus senos, la falta de sexo entre las parejas que tenían mucho tiempo casados y no le importaba decir que a los hombres les gustaban más las segundas esposas.
Para muchos de los comediantes de hoy en día, como Ellen DeGeneres o Kathy Graffin, Rivers era una heroína.
“Ella trascendió el mundo de la comedia masculina”, dijo la profesora Emilie Raymond, de la Universidad de Virginia. “Abrió un nuevo reino de lo que es aceptable hablar para una mujer: política, sexualidad y la idea de reírse de las celebridades en general”.
Rivers también se burló con frecuencia de sus numerosas cirugías plásticas y de su envejecimiento.
“Es importante para una cantante porque se te va la voz. Importa en la actuación porque dejas de ser la bomba sexual” –escribió en 2012 sobre el envejecimiento. “Pero en la comedia, si puedes decir un chiste, van a estar contigo hasta en el lecho de muerte. Si eres divertida, eres divertida. ¿No es esto maravilloso?”.
Su hija Melissa expresó que su madre murió a la 1:17 de la tarde del jueves 4 de septiembre rodeada de familiares y amigos cercanos, ocho días después de ser intervenida por un problema en sus cuerdas vocales.