La campaña aérea saudita en Yemen está amenazando con convertirse en un conflicto más amplio ya que tanto Estados Unidos como Irán están tomando nuevas medidas para fortalecerse en la región.
Funcionarios de defensa estadounidenses anunciaron el miércoles que EE.UU. ha comenzado a volar misiones de reabastecimiento de combustible para aviones de la coalición que participan en los ataques aéreos contra los rebeldes chiitas huzíes.
Washington también está agilizando la entrega de bombas y equipos de orientación a los saudíes y otros socios de la coalición.
Mientras tanto, medios de comunicación estatal iraní citaron el miércoles al comandante de la Marina, contralmirante Habibollah Sayyari, diciendo que Teherán estaba enviando un destructor naval y otra embarcación al Golfo de Adén para proteger los "intereses en alta mar" del país.
Irán siempre ha estado ligado a los rebeldes huzíes en Yemen, aunque las autoridades niegan haberles proporcionado apoyo militar.
"El riesgo de escalada es bastante grande", dijo un funcionario estadounidense en condición de anonimato a la Voz de América. "No es de extrañar si Irán aumenta su apoyo [para los huzíes] dado lo que está en juego".
La presencia inminente de barcos iraníes en la costa de Yemen ha llamado la atención de los funcionarios de defensa estadounidenses.
"Sin duda, mantenemos una estrecha vigilancia sobre todas las actividades navales en la región", dijo el portavoz del Pentágono, coronel Steve Warren. "Sabemos que los iraníes están asociados a los huzíes y estamos trabajando juntos".
Warren dijo que no tenía pruebas a este punto que el dinero y el equipo iraní han sido entregados a los huzíes.
Funcionarios antiterroristas de Estados Unidos han dicho previamente que no hay señales que los iraníes estén controlando a los huzíes, aunque los vínculos son claros entre Teherán y el liderazgo extremista.
Los exdiplomáticos y funcionarios también siguen de cerca las acciones de Irán.
"Ellos quieren hacerse cargo de la región y asumir el control como la superpotencia regional", dijo el ex embajador de Estados Unidos Mark Wallace, ahora director general del Proyecto de Contraextremismo, una organización política internacional sin fines de lucro.