Japón es un país con claras diferencias culturales con el resto del mundo. Los teléfonos móviles nipones han sido desde siempre un claro ejemplo de esto.
Sus teléfonos han estado siempre muy enfocados al público local, con características y prestaciones que benefician de forma directa a los propios japoneses. Como desventaja estos teléfonos tienen muy poco éxito cuando se exportan a otros países, lo cual es una pena porque en lo que a nivel tecnológico se refiere sus celulares se sitúan mucho más adelante que los productos occidentales.
Algunos ejemplos de sus modernas características son cámaras fotográficas de gran calidad, receptores de televisión en directo en gran parte del país o incluso la posibilidad de usar el teléfono móvil como pase para el metro.
Pero esta situación empieza a cambiar, y la “culpa” la tiene Apple con su popular iPhone.
Desde que el terminal de Apple entró al mercado japonés de la mano de la operadora móvil Softbank (la tercera en Japón y única distribuidora del iPhone) los niveles de ventas se dispararon, convirtiéndolo en uno de los celulares más populares en el país a pesar de ser tecnológicamente inferior a los estándares nipones.
Su principal atractivo contra los otros competidores locales es el enfoque de facilidad de uso frente a capacidades de hardware, según el profesor Takeshi Natsuno de la Universidad de Keio en una entrevista para el New York Times.
Ahora empresas como Panasonic, NEC y Sharp quieren aprender del iPhone para desarrollar nuevos terminales que al mismo tiempo sean capaces de vender a nivel mundial.
“Terminales como el iPhone es el tipo de teléfonos que yo quisiera hacer”, admitió Natsuno.
Muchas empresas japonesas dejaron de producir teléfonos móviles para Europa y América cuando vieron que los niveles de ventas eran muy reducidos.
Sin embargo ahora que el iPhone ha hecho estallar una nueva chispa de esperanza puede que empecemos a recibir esas tecnologías móviles japonesas que los más tecnófilos llevan persiguiendo durante años.
En cualquier caso ambos mercados salen ganando: Japón recibe ideas externas y América y Europa reciben nuevas tecnologías.