Sin ceremonias previas, el Papa Benedicto XVI, vistiendo la clásica sotana blanca, las sandalias mexicanas que tanto le gustan y sin anillo –que será destruido de acuerdo con la tradición vaticana papal—abordará un helicóptero este jueves rumbo a su residencia veraniega de Castelgandolfo.
Atrás quedarán las preguntas sobre su renuncia y la polémica sobre si la decisión del hasta ahora Papa responde a un acto heroico de humildad o uno de cobardía ante la ola de denuncias y escándalos que envuelven a la Iglesia por el mal comportamiento de algunos de sus miembros.
La respuesta acaso podría encontrarse en el ejemplo de un hermitaño del siglo 13, Celestino, que por cosas del destino llegó a ser Papa a los 85 años, la misma edad de Benedicto XVI, cargo al que renunció de manera voluntaria cinco meses después de haberlo asumido.
Celestino, reconocido por su alto grado de austeridad y sacrificio, nunca quiso ser Papa y resaltaba que su misión solo era difundir la fe. El santo hermitaño fue sacado de las montañas donde practicaba la oración y el sacrificio para ser coronado Papa en 1294.
Lo que muy pocos saben es que Benedicto XVI ha visitado dos veces la cripta donde descansan los restos de Celestino en la basílica de L'Aquila en Italia.
Según los expertos Benedicto XVI podría haber encontrado la inspiración para su decisión en Celestino porque es la muestra de que es lícito, permisible y hasta espiritualmente beneficioso que un Papa renuncie para el bienestar de su alma y de sus feligreses.
El actual Papa ha tenido mucho cuidado en asegurar que no tiene intenciones de influenciar la elección de su sucesor y ha manifestado su intención de permanecer "oculto" y dedicado a la oración en su retiro, tal como lo deseó Celestino, quien sin embargo pasó sus últimos días en prisión, por ser considerado una amenaza para su sucesor.
La Santa Sede no parece tener tales intenciones ni temores. Por el contrario, según lo ha confirmado el portavoz del Vaticano, Federico Lomardi, el Papa Benedicto XVI seguirá siendo “su Santidad” y su título vitalicio será Papa Emérito o Pontífice Romano.
El Papa Benedicto XVI realizará el miércoles su última aparición pública delante de sus feligreses quienes se congregarán en la plaza San Pedro para despedirse del pontífice.
Atrás quedarán las preguntas sobre su renuncia y la polémica sobre si la decisión del hasta ahora Papa responde a un acto heroico de humildad o uno de cobardía ante la ola de denuncias y escándalos que envuelven a la Iglesia por el mal comportamiento de algunos de sus miembros.
La respuesta acaso podría encontrarse en el ejemplo de un hermitaño del siglo 13, Celestino, que por cosas del destino llegó a ser Papa a los 85 años, la misma edad de Benedicto XVI, cargo al que renunció de manera voluntaria cinco meses después de haberlo asumido.
Celestino, reconocido por su alto grado de austeridad y sacrificio, nunca quiso ser Papa y resaltaba que su misión solo era difundir la fe. El santo hermitaño fue sacado de las montañas donde practicaba la oración y el sacrificio para ser coronado Papa en 1294.
Lo que muy pocos saben es que Benedicto XVI ha visitado dos veces la cripta donde descansan los restos de Celestino en la basílica de L'Aquila en Italia.
Según los expertos Benedicto XVI podría haber encontrado la inspiración para su decisión en Celestino porque es la muestra de que es lícito, permisible y hasta espiritualmente beneficioso que un Papa renuncie para el bienestar de su alma y de sus feligreses.
El actual Papa ha tenido mucho cuidado en asegurar que no tiene intenciones de influenciar la elección de su sucesor y ha manifestado su intención de permanecer "oculto" y dedicado a la oración en su retiro, tal como lo deseó Celestino, quien sin embargo pasó sus últimos días en prisión, por ser considerado una amenaza para su sucesor.
La Santa Sede no parece tener tales intenciones ni temores. Por el contrario, según lo ha confirmado el portavoz del Vaticano, Federico Lomardi, el Papa Benedicto XVI seguirá siendo “su Santidad” y su título vitalicio será Papa Emérito o Pontífice Romano.
El Papa Benedicto XVI realizará el miércoles su última aparición pública delante de sus feligreses quienes se congregarán en la plaza San Pedro para despedirse del pontífice.