España vive un verano marcado por las altas temperaturas. Algunos puntos del país han superado los 40° Celsius y, hasta el momento, se han producido tres olas de calor. Una situación que, según alertó Naciones Unidas, se alargará hasta el año 2060 con independencia de si se logra mitigar el cambio climático.
Ante este panorama, entre los más vulnerables están quienes trabajan al aire libre, muchos de las cuales son de origen latinoamericano. Según datos del Servicio Público de Empleo Estatal (SEPE) en 2021 casi un 60% de los extranjeros afiliados a la seguridad social española desempeñaron trabajos relacionados con la agricultura, la limpieza o el mantenimiento, o estuvieron contratados dentro del sector servicios; unos empleos que, en muchos casos y en la mayoría del tiempo, requieren estar al aire libre.
Precisamente uno de los sectores que implica que sus trabajadores estén durante casi toda la jornada laboral en la calle es el del reparto de comida, un grupo que creció exponencialmente durante la pandemia y que está integrado por una gran cantidad de migrantes venezolanos, conocidos como “riders”.
Uno de ellos es Javier Contreras, un “rider” originario de Caracas y radicado actualmente en Barcelona, quien habló con la Voz de América sobre el impacto que tiene el calor en su vida laboral. “Como voy en moto el aire me va pegando, pero, sin embargo, cuando el aire se vuelve caliente es imposible trabajar de esta manera, pero bueno, no nos queda de otra” explicó.
A pesar de venir de un país con temperaturas cálidas en su mayoría, el joven destacó que algunos de sus compatriotas no terminan de acostumbrarse al calor extremo de la ciudad española, que este verano llegó a superar los 37 grados centígrados.
“Hace poco, un gran amigo que es compañero “rider”, tuvo un bajón y se desmayó, hubo que llamar a emergencias para que lo pudieran atender porque era una persona un poco mayor”.
Para combatir el calor y evitar episodios que pongan en riesgo su salud, Contreras señaló que hidratarse constantemente, comer bien “para que el cuerpo se mantenga alerta”, y humedecerse la cara y el cuello con una toalla húmeda son algunos de las técnicas que utiliza para trabajar a pesar de las altas temperaturas.
Nicolás Tonon, también instalado en Barcelona, es otro miembro de la comunidad latinoamericana que trabaja en la calle. Originario de Mendoza, Argentina, y graduado en educación física, ofrece entrenamientos individuales y grupales al aire libre en distintos puntos de Barcelona, por lo que soportar el calor extremo se ha convertido en su día a día.
“Está muy pesado el clima. Cuando empieza a pegar un poco el sol se complica un poco”, dijo el joven, quien también mencionó que, debido al calor, el horario en el que sus clientes quieren hacer deporte ha cambiado.
“Las horas en que la gente quiere entrenar es entre las 7 y las 9 de la mañana y las 7 y las 10 de la noche”.
Por otra parte, explicó que ha tenido que adaptar sus clases para que los alumnos puedan entrenar de la manera más cómoda posible.
“Ofreciéndoles un lugar donde estar con sombra, donde corra una brisa de aire y siempre educando a la persona a que estén bien hidratados (…) Siempre busco reducir la intensidad durante la época del verano porque el calor es un factor que influye mucho”.
Pero, ¿Qué dicen las leyes españolas sobre los que trabajan al aire libre? Si bien existe una norma que regula el trabajo realizado en espacios cerrados, en el caso de los empleados que desempeñan su jornada laboral al aire libre las propias empresas son las encargadas de regular el trabajo y cumplir con la Ley de Prevención de Riesgos Laborales.
Este verano, a raíz de la muerte de dos hombres mientras trabajaban, varios grupos políticos y sindicatos que velan por los derechos de los trabajadores pidieron tanto al gobierno como a las administraciones locales que implementen una regulación para proteger al colectivo.
Recientemente, el gobierno español presentó un plan especial para proteger a los empleados de las altas temperaturas, el cual, según explicó Moncloa, consiste en llevar a cabo más inspecciones entre los trabajadores de sectores como el agrícola, y en amplificar el conocimiento sobre riesgos laborales.
A nivel europeo, la Confederación Europea de Sindicatos planteó a finales de julio la implantación de una ley que regule el trabajo ante las altas temperaturas. La organización asegura que cuando el termómetro supera los 30 grados, el riesgo de accidentes laborales se incrementa entre un 5% y un 7%, y supera lo 38 grados, los accidentes son entre un 10% y un 15% más probables.
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