Once disidentes cubanos protestan mediante una huelga de hambre y de sed los maltratos, confiscaciones arbitrarias y la vulneración de los derechos humanos por parte del gobierno de La Habana
El primer opositor que se declaró en huelga de hambre y de sed fue Carlos Amel Oliva, dirigente juvenil de la Unión Patriótica de Cuba (UNPACU), el 13 de julio. Oliva protesta por "las confiscaciones arbitrarias" y exige que se le devuelvan todas las pertenencias que le han confiscado.
El 20 de julio, el premio Sájarov a la Libertad de Conciencia 2010 y líder de Frente Totalitario Unido (FANTU), Guillermo Fariñas, se sumó a la medida en apoyo de Oliva, y de sus exigencias. Fariñas pide además que se abra un diálogo con el gobierno y se ponga fin a "las golpizas" contra opositores no violentos.
Desde entonces, otros 9 opositores se han declarado en huelga de hambre y de sed, uno de los más recientes es Eduardo Díaz Fleitas, uno de los 75 disidentes encarcelados durante la Primavera Negra de 2003.
Fleitas, que fue uno de los 12 opositores que optó por quedarse en Cuba al salir de prisión, dijo que "apoya el derecho a defender por esta vía (la huelga de hambre y de sed) 'la libertad y la dignidad' de todos los cubanos".
El resto de disidentes que se ha unido a la medida son: Lázaro Curvelo, Maikel Mediaceja, Zulma López, Yohana Quesada, Yasmani Magaña, Oria Josefa Casanova, Virgen Martínez y Graciela Domínguez.
El sábado, el expresidente costarricense y Premio Nobel de la Paz 1987, Oscar Arias Sánchez, pidió a Guillermo Fariñas suspender la huelga de hambre y de sed", indicando que ésta "no alcanza como recurso para persuadir al gobierno de la Isla de que no se pueden perseguir fines nobles con medios innobles".
En un comunicado, colocado en su cuenta de Facebook, Arias recuerda a "su amigo" el caso del también opositor Orlando Zapata Tamayo, quien murió tras 86 días de huelga de hambre.
No logró "convencer al régimen cubano de que era necesario preservar la vida de esta persona, por sobre cualquier diferencia ideológica" y tampoco movió "la compasión de la dictadura cubana".