Son los hombres de negro, de gafas oscuras y auriculares, la tropa de élite encargada de una de las misiones más importantes de Estados Unidos: proteger al presidente, al vicepresidente, sus familias y jefes de Estado visitantes.
El Servicio Secreto de EE.UU. –una de las agencias federales más antiguas del país- tiene una historia que se remonta a 1865, el año de su creación. Y pasó de ser una pequeña repartición a una agencia que hoy emplea 7.000 personas en todo el mundo, con oficinas localizadas en Estados Unidos, Canadá, México, América del Sur, Europa, África y Asia.
Cuando se los ve en los actos presidenciales –no es difícil distinguirlos con sus característicos trajes negros- lo mejor es mantener distancia. Como buenos profesionales que son, no hablan ni pestañean, y no dudarán en actuar si alguien intenta sobrepasar las barreras, aunque sea para sacar una fotografía.
Es más fácil descifrar a los integrantes del Servicio Secreto y conocerlos a través de su página web, que tiene mucha información histórica, fotografías, una sección de preguntas y respuestas e incluso llamados a oportunidades laborales que ofrecen a todo ciudadano estadounidense.
Uno de los datos más interesantes sobre el Servicio Secreto es que fue creado como una repartición del Departamento del Tesoro para luchar contra la falsificación de dinero.
“Cuando terminó la Guerra Civil en Estados Unidos (1861-1865), casi un tercio del dinero estadounidense en circulación era falso”, según cuentan. “Como resultado, la estabilidad financiera del país estaba en jaque”.
Fue así que nació el Servicio Secreto en 1865. Y hasta el día de hoy es el encargado de investigar delitos financieros que incluyen la falsificación de moneda de Estados Unidos; la falsificación o robo de cheques, bonos u otros valores del Tesoro; fraudes de tarjeta de crédito; fraudes de telecomunicaciones; fraudes informáticos; y fraudes u otros delitos que afecten a las instituciones financieras aseguradas por el gobierno federal.
En 1901, tras el asesinato del presidente William McKinley en Buffalo, Nueva York, se le encargó al Servicio Secreto una segunda misión: proteger al presidente.
Hoy en día, por ley, está autorizado a proteger al presidente y vicepresidente de Estados Unidos; sus familiares; ex presidentes y sus cónyuges e hijos hasta la edad de 16 años; jefes de Estado que visitan el país; y los principales candidatos a la presidencia y vicepresidencia de Estados Unidos 120 días antes de las elecciones.
Los hombres del presidente son siempre, parte del escenario a donde el presidente de Estados Unidos, una presencia más o menos visible, depende de la oportunidad, pero siempre vigilante.