Un hombre prendió fuego a una furgoneta llena de bombonas de gas en el centro de la ciudad australiana de Melbourne el viernes y apuñaló a tres personas, matando a una de ellas, antes de ser abatido a tiros por la policía.
Horas después, el ataque fue reivindicado por el Estado Islámico. El grupo extremista que no aportó pruebas.
La furgoneta con bombonas de gas ardió en la calle Bourke mientras el conductor originario de Somalia apuñalaba a transeúntes y atacaba a policías. Las bombonas no explotaron y el incendio fue sofocado en 10 minutos, cuando el ataque ya había terminado.
“Aún estamos tratando de determinar si el vehículo estaba en llamas cuando salió del mismo o si salió del coche y se incendió después”, comentó a periodistas el comisario de la policía de Victoria, Graham Ashton.
Un video publicado en Twitter y emitido por televisión mostró al hombre blandiendo un cuchillo contra dos policías, mientras su furgoneta se quemaba en el fondo.
Uno de los policías disparó al hombre, quien luego cayó al suelo llevándose la mano al pecho, como fue mostrado en video. En otras imágenes se veía a dos de las víctimas apuñaladas tendidas en el suelo y sangrando.
El atacante murió en el hospital, al igual que una de las víctimas, indicó Ashton. “Por lo que sabemos de ese individuo, estamos tratando esto como un incidente de terrorismo”, comentó sobre el atacante, antes de que Estado Islámico se atribuyera la responsabilidad a través del sitio web de su agencia de noticias Amaq.
“El que ejecutó la operación de atropello y apuñalamiento en Melbourne (...) es uno de los combatientes de Estado Islámico y lo hizo en respuesta a (la petición de) atacar a ciudadanos de la coalición”, publicó Amaq, en referencia a un llamamiento realizado en agosto por el líder del grupo yihadista, Abu Bakr al-Baghdadi.
La policía australiana no dio información sobre el atacante, pero Ashton afirmó que era conocido por la policía y por autoridades de inteligencia debido a asociaciones familiares.
También dijo que todas las víctimas eran hombres, pero declinó identificarlos porque la policía aún está contactando con sus familiares.
Australia, un estrecho aliado de Estados Unidos, lleva en alerta por actos violentos de este tipo desde el secuestro de clientes en una cafetería de Sídney en 2014.