Hillary Clinton presiona el miércoles en Arizona, que tradicionalmente vota por los republicanos, en un intento por ganar ese estado a Donald Trump.
El magnate de bienes raíces, reforzado por la nueva investigación del FBI sobre correos electrónicos de Clinton, se centra en Florida, un estado disputado sin el que no podría llegar a la Casa Blanca.
A menos de una semana para el Día de las Elecciones, ambos candidatos advierten de terribles consecuencias si el otro resulta elegido.
Trump dijo que Clinton sería investigada durante su mandato, abriendo una "crisis constitucional", aunque el FBI ha rechazado procesarla por su gestión de información clasificada. Clinton ha prometido que el FBI no tendrá "ningún caso" tras revisar sus nuevos emails, pero a su equipo le preocupa que se está reduciendo su ventaja en los sondeos y ha redoblado sus ataques contra Trump, confiando en asustar a los votantes a los que aún pueda ganarse.
A su paso por Florida el martes, Clinton arremetió contra Trump tachándolo de peligrosos y divisivo, con especial hincapié en su forma de tratar a las mujeres.
Florida, que siempre es importante en las elecciones por la presidencia, se ha convertido este año en el estado más crucial para conseguir los 270 votos electorales necesarios para ganar la Casa Blanca. Trump no puede ganar sin imponerse en Florida, de modo que Clinton puede asestar un golpe de nocaut si se hace con sus 29 votos electorales.
Pese al declive de su ventaja en los sondeos, Clinton tiene más opciones que su rival para conseguir los 270 votos. Su campaña ha subrayado esa realidad con un acto el miércoles en Arizona, un estado que ha votado a candidatos republicanos a la presidencia en todas menos una de las votaciones desde 1952.
Entre tanto, Trump advirtió que el plan de Clinton de reforzar "Obamacare" tendría graves consecuencias, aunque ofreció pocos detalles sobre su propio plan.
"Si no revocamos y reemplazamos Obamacare, destruiremos para siempre la atención sanitaria de Estados Unidos", proclamó Trump en un discurso a las afueras de Filadelfia.
Los republicanos frustrados encontraron algo de ánimo en el hecho de que Trump se centrara en la política -al menos por un día- tras una accidentada campaña marcada por la controversia y los deslices políticos causados por el candidato.