Keiko Fujimori es una congresista de 36 años y ahora candidata presidencial por Fuerza 2011. Hija mayor –y la predilecta, según dicen los medios- del ex presidente Alberto Fujimori (1990-2000), condenado a 25 años de prisión por corrupción y violaciones a los derechos humanos.
Con su perfil conservador, tiene el apoyo del sector empresarial que teme que bajo el gobierno de Ollanta Humala se implemente un modelo “chavista” y cambien las reglas del juego.
También apela a parte del electorado que quiere frenar la criminalidad en Perú, ya que ella propone “mano dura” contra el crimen. Incluso convocó al ex alcalde de Nueva York, Rudolph Giuliani, para que la asesore en este aspecto.
Sin embargo, es vista por muchos analistas y opositores como “heredera de una dictadura”.
Una dictadura de la cual fue testigo, cuando a sus 19 años aceptó ser primera dama tras el divorcio de su madre, Susana Higuchi, de Alberto Fujimori. La propia Higuchi denunció además haber sido víctima de torturas por parte de los oficiales de inteligencia de Fujimori tras acusar a su marido de corrupción.
Aunque Keiko fue acusada de darle la espalda a su madre en ese entonces, ambas dieron una entrevista conjunta para el programa El Dominical recientemente en el que niegan esas acusaciones y dicen llevarse muy bien. Se puede ver en internet. Pero esta no es la única polémica que rodea a la familia Fujimori y a la candidata presidencial.
Keiko defendió a su padre –que llevó a cabo un autogolpe en 1992 para doblegar a un Congreso resistente- e incluso dijo en 2008 que su mano no temblaría al firmar un indulto a su padre de ser electa presidente.
Tres años después, cambió su postura: “Lo he repetido en varias oportunidades, no es intención de la familia indultar a Alberto Fujimori, lo ratifico como lo he dicho. Yo juro por Dios que no voy a indultar a Alberto Fujimori”, dijo a los medios, según citó la radio RPP en abril.
Haber apoyado el régimen de su padre es bastante negativo de por sí para su imagen, si se tienen en cuenta las numerosas denuncias de violaciones a los derechos humanos que recaen sobre él. Entre estas un plan de esterilizaciones forzosas a más de 200.000 mujeres entre 1996 y 200 para que “disminuyera el número de nacimientos en los sectores más pobres del Perú”, recordó un artículo del periódico español El País.
Fujimori fue condenado, además por ser el autor intelectual de la matanza de 25 personas en manos de un escuadrón de muerte del ejército creado durante su gobierno conocido como el grupo Colina, bajo el pretexto de combatir a posibles terroristas del Sendero Luminoso y del Movimiento Revolucionario Túpac Amaru.
También pesan sobre Alberto Fujimori denuncias de enriquecimiento ilícito y de corrupción, y de que pagó los estudios de sus cuatro hijos en Estados Unidos con dinero del estado.
El propio ex asesor de Alberto Fujimori y ex jefe del Servicio de Inteligencia del Perú, Vladimiro Montesinos, declaró el 19 de julio de 2001 ante una fiscal que pagó los estudios de los cuatro hijos con dinero del Servicio de Inteligencia Nacional, acusación que Keiko Fujimori niega.
En su labor de casi cinco años como congresista, algunos medios de prensa señalaron que tuvo un mal desempeño –o más bien casi no lo tuvo-.
“La hoy candidata presidencial sobrepasó los 500 días de ausencias en este foro, sumando licencias y faltas al Pleno y comisiones de trabajo”, según un artículo del periódico La República.
“A ello se suma su escasa producción legislativa: en el mismo período, apenas 21 proyectos de ley que presentó su bancada Alianza por el Futuro fueron a iniciativa suya, siete de ellos durante el último periodo 2010-2011, que fenece en julio próximo”, agregó el artículo.
Un “mal menor” para algunos. O el peor mal para sus detractores. Al igual que Ollanta Humala, es una figura divisoria. Y llegó a la recta final para la Presidencia de Perú.