Al salir de Venezuela, en 2018, José Visckel Vázquez tuvo que dejar atrás no sólo a su familia, amigos y la vida que conocía hasta entonces, sino también su laptop, su teléfono móvil y la comunidad de seguidores que había construido en su canal de YouTube.
“Justo cuando estaba empezando a hacerme conocido en Venezuela, me fui, y cuando no cultivas a tu audiencia, mueres”, cuenta a la Voz de América.
Cuatro años después y tras un largo camino que lo llevó por Colombia, Perú y Chile hasta Leipzig, en Alemania, este joven venezolano se reinventó también en las redes, donde ahora describe con tono irreverente y desenfadado cómo es la vida del emigrante latinoamericano en Europa a los más de 1,3 millones de seguidores que tiene entre Instagram, TikTok y Youtube.
“Siempre me gustó hacer videos, siempre me llamó la atención ese sentimiento de ‘hago esto, esto, esto, lo pego, le pongo música y queda así’. Yo no empecé a hacer videos tanto porque quería tener muchos seguidores, yo los hacía porque era algo que a mí me llamaba, algo me decía: pon la cámara, grábate”, explica en una entrevista vía Zoom. “Yo me dije, como yo estoy en Europa, yo quiero mostrarle a la gente cómo y qué es ser un latino en Europa”.
El contenido de Visckel —o Harin, su nombre artístico— usualmente trata sobre las diferencias entre la cultura latinoamericana y la europea, especialmente las costumbres en Alemania, un país donde la limpieza y el arraigado sentido del orden por lo general le chocan a un recién llegado.
Hasta allí llegó como refugiado, uno de los más de 7 millones de venezolanos que han emigrado debido a la seria crisis económica y política que vive ese país sudamericano.
Sus historias sobre la primera vez que vio cómo en Alemania es usual dejar muebles o televisores casi nuevos fuera de las casas para quienes los necesiten, o sobre cómo muchos alemanes no usan zapatos dentro de sus hogares, o su asombro cuando dejó la puerta de apartamento abierta por horas sin que nadie entrara, arrancan carcajadas y reflexiones a partes iguales.
Su manera espontánea de narrar, en las que entrelaza alguna que otra palabrota con expresiones muy suyas —es conocido por sus "ajaaa" y "comoqueno"— lo acercan a un público compuesto en su mayoría de otros migrantes que se ven reflejados por experiencias idénticas o muy parecidas.
“Como soy, me presento. Yo no me pongo un personaje, así es como yo soy”, asegura Visckel, quien reconoce que ha rebajado el tono de algunos de sus contenidos actuales porque antes a mucha gente le “parecían ofensivos”.
“Yo soy así, cuando me pasan las cosas, incluso las malas, yo pienso: ahí tengo contenido”, insiste el joven originario de Ciudad Guayana, en el estado venezolano de Bolívar, donde estudió Ingeniería Civil. Como refugiado en Alemania, ha tenido que trabajar como camarero y recepcionista en un hotel para poder pagar las cuentas.
Recuento honesto de un camino difícil
A veces a Visckel no le resulta fácil contar las “cosas como son”. Las malas experiencias van de la mano con las buenas. Durante su estancia ha sido víctima de racismo y xenofobia, dice, sobre todo por su color de piel y su pronunciación del alemán, aunque estas vivencias no son exclusivas de Europa. “En Perú me sacaron de un trabajo por ser venezolano”, recuerda.
“Todavía no he mostrado y contado todo lo que yo quiero. He mostrado solo un poco, porque lamentablemente soy una persona muy indecisa, y a veces grabando contenido, no sé como contarle las cosas a las personas, pero sí quiero mostrarle al mundo cómo es ser un latino en Europa, porque ese es un tema que casi nadie abarca. Muchos lo abarcan pero lo dejan, pero yo quiero ser como un referente", agrega. "Yo quiero crear esa comunidad, y eso es lo que creo que estoy logrando, me estoy esforzando bastante”.
Su principal reto, afirma, es ser aún más honesto y transparente ante sus seguidores. Confiesa que hay muchos temas, como su lucha para aceptarse, el bullying que recibió en una Venezuela de la que “no guarda nada de buenos recuerdos” y detalles de sus peores momentos en Alemania, que todavía le cuesta contar, pero que -asegura- lo va a hacer, quizás en su canal de YouTube, donde tiene más espacio para hacer videos más extensos que un reel de un minuto.
Ha vivido momentos en Europa que piensa que no van a ser del agrado de todos. “Yo quiero contar todo esto, y a mucha gente no le va a caer bien, pero me vale... Obviamente me llegan muchos comentarios fuertes, que me critican, piensan que soy un malagradecido, que me quejo, pero yo no digo nada, porque soy una figura pública y cuando tú decides abrir tu vida al mundo, tienes que aceptar los comentarios de todo tipo de gente”.
Visckel también insiste en ofrecer consejos como forma de allanar el camino a quienes vienen detrás. Sus videos sobre cómo usar aplicaciones para conseguir comida barata o gratis, cómo montar en el transporte público europeo o cómo estar “a la viva”.
“En mis videos siempre hay un tip, siempre hay como una enseñanza al final, como que ‘oye, no hagas esto, porque te va a pasar esto’. Sí me siento una referencia de un latino migrante, arrechísimo, eso es lo que quiero ser. Ajaaa. Quiero que cuando piensen en migración, digan: Ay, Harin”, sonríe.
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