Sin señales aún del prometido consejo de transición, que permitiría el despliegue de tropas internacionales y buscaría el restablecimiento del orden, los haitianos que tienen posibilidad intentan huir del país.
Las violentas bandas han tomado el control de gran parte de la capital, han matado a miles de personas y obligado a millones a pasar hambruna.
"Cada día es una cuestión de vida o muerte", dijo Pierre Joseph, un trabajador de Save the Children de 34 años, en un comunicado citado por la organización benéfica.
Joseph se ha visto obligado a abandonar dos hogares diferentes con su esposa y su bebé de seis meses, y lucha por encontrar suministros básicos.
"Por primera vez, nos enfrentamos a una crisis en la que nada funciona, en la que el Gobierno sencillamente no funciona", dijo añadiendo que el suministro de alimentos y electricidad se ha colapsado. "Todo el mundo tiene miedo y está abandonando el país".
El aeropuerto y los puertos marítimos de Puerto Príncipe llevan un mes cerrados debido a la actividad de las bandas, aunque el aeropuerto de la ciudad septentrional de Cabo Haitiano reanudó los vuelos a Miami la semana pasada, lo que ha provocado que muchos de los que tienen capacidad intenten marcharse.
Los países vecinos han reforzado las medidas de seguridad fronteriza, entre ellos la República Dominicana, el único país que comparte frontera terrestre con Haití y que ha prohibido los campos de refugiados en su territorio y deportado a decenas de miles de personas.
Haití no tiene representantes electos y ha caído en un estado de anarquía a medida que las bandas amplían su control casi total de la capital.
El primer ministro de Haití, Ariel Henry, anunció su dimisión el 11 de marzo, cuando el recrudecimiento de la violencia impidió su regreso del extranjero, a la espera de la instalación de un consejo de transición mediado por líderes regionales para instalar a su sustituto.
Henry había solicitado en 2022 una fuerza internacional para ayudar a la policía a restablecer el orden, pero el proceso se mantiene pausado hasta que se constituya el consejo.
Pese a promesas internacionales de cientos de millones de dólares, se han entregado pocos fondos al fondo fiduciario de la ONU dedicado a la misión de seguridad. Mientras tanto, las bandas se benefician de la extorsión, el pago de rescates y el supuesto respaldo de élites corruptas que les han permitido reunir grandes arsenales.
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