Han pasado 18 años desde el comienzo de la guerra en Afganistán. Estados Unidos invadió ese país asiático el 7 de octubre de 2001, tras los ataques terroristas del 11 de septiembre en Nueva York y Washington con el fin de poner fin a un refugio seguro para terroristas.
El conflicto bélico es el más largo en el que haya participado Estados Unidos. Para entender por qué Estados Unidos se involucró en Afganistán echamos un vistazo al telón de fondo, al-Qaeda y el refugio que le otorgó el Talibán y cómo ha evolucionado el conflicto.
El Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas adoptó el 15 de octubre de 1999 la Resolución 1267, creando el llamado Comité de Sanciones de al-Qaeda y el Talibán, que vincula a los dos grupos como entidades terroristas e impone sanciones a sus fondos, viajes y envíos de armas.
La medida de la ONU sigue un período de ascendencia para al-Qaeda y su líder, Osama bin Laden, quien guió al grupo terrorista desde Afganistán y Peshawar, Pakistán, a fines de la década de 1980, a Sudán en 1991, y de regreso a Afganistán a mediados de la década de 1990. Los talibanes, que surgieron de las cenizas de la guerra civil post-soviética de Afganistán, brindan un santuario a Al Qaeda para las operaciones.
El 9 de septiembre de 2001, Ahmad Shah Massoud, comandante de la Alianza del Norte, una coalición anti-talibán, es asesinado por agentes de al-Qaeda. El asesinato de Massoud, un maestro de la guerra de guerrillas conocido como el León de los Panjshir, da un duro golpe a la resistencia anti-Talibán. Los expertos en terrorismo creen que su asesinato aseguró la protección de Osama bin Laden por parte de los talibanes después de los ataques del 11 de septiembre. El experto Peter Bergen más tarde llama al asesinato de Massoud "el telón de fondo para los ataques en la ciudad de Nueva York y Washington, DC".
Los ataques del 11 de septiembre en EE.UU.
El 11 de septiembre de 2001, operativos de al-Qaeda secuestran cuatro aviones comerciales y los estrellan contra el World Trade Center en Nueva York y el Pentágono en Washington, D.C. Un cuarto avión se estrella en un campo en Shanksville, Pennsylvania. Cerca de 3.000 personas mueren en los ataques. Aunque Afganistán es la base de al-Qaeda, ninguno de los 19 secuestradores son ciudadanos afganos. Mohammed Atta, un egipcio, dirigió el grupo, y 15 de los secuestradores son de origen saudita.
El presidente estadounidense George W. Bush se comprometió a "ganar la guerra contra el terrorismo", y luego se enfoca en al-Qaeda y Osama bin Laden en Afganistán. Bush finalmente llama al régimen talibán a "entregar a las autoridades de Estados Unidos a todos los líderes de al-Qaeda que se esconden en su tierra", o compartir su destino.
El presidente Bush promulga una resolución conjunta que autoriza el uso de la fuerza contra los responsables de atacar a Estados Unidos el 11 de septiembre. Posteriormente, la administración Bush citará esta resolución conjunta como una justificación legal de su decisión de tomar medidas radicales para combatir el terrorismo, desde invadir Afganistán, espiar a ciudadanos estadounidenses sin una orden judicial, hasta defender el campo de detención en la Bahía de Guantánamo, Cuba.
El 7 de octubre de 2001, las fuerzas armadas estadounidenses, con el apoyo británico, comienzan una campaña de bombardeos contra las fuerzas talibanes, lanzando oficialmente la Operación Libertad Duradera. Canadá, Australia, Alemania y Francia prometen apoyo futuro. La fase inicial de la guerra involucra principalmente ataques aéreos de EE.UU. contra al-Qaeda y las fuerzas talibanes que son asistidos por una asociación de aproximadamente 1.000 efectivos de fuerzas especiales de EE.UU., la Alianza del Norte y las fuerzas étnicas anti-talibanes pashtunes. La primera ola de fuerzas terrestres convencionales llega 12 días después. La mayor parte del combate terrestre es entre los talibanes y sus oponentes afganos.
En enero de 2004, una asamblea de 502 delegados afganos acuerda una Constitución para Afganistán, creando un fuerte sistema presidencial destinado a unir a los diversos grupos étnicos del país. El acto es visto como un paso positivo hacia la democracia. "Los afganos han aprovechado la oportunidad brindada por Estados Unidos y sus socios internacionales para sentar las bases de las instituciones democráticas y proporcionar un marco para las elecciones nacionales", declaró el embajador estadounidense en Afganistán, Zalmay Khalilzad.
Captura y muerte de Osama bin Laden
En 2009, el nuevo presidente estadounidense, Barack Obama, anuncia planes para enviar 17.000 soldados más a la zona de guerra. Obama reafirma las declaraciones de campaña de que Afganistán es el frente estadounidense más importante contra las fuerzas terroristas.
El 1 de mayo de 2011, el líder de al-Qaeda, Osama bin Laden, responsable de los ataques del 11 de septiembre en Nueva York y Washington, es asesinado por las fuerzas estadounidenses en Pakistán. La muerte del objetivo principal de Estados Unidos para una guerra que había comenzado hace 10 años alimenta el debate a fuego lento sobre la continuación de la guerra de Afganistán.
El presidente Barack Obama anuncia un cronograma para retirar a la mayoría de las fuerzas estadounidenses de Afganistán para fines de 2016.
El 13 de abril de 2017 Estados Unidos lanza su bomba no nuclear más poderosa sobre presuntos militantes del grupo Estado Islámico en un complejo de cuevas en el este de la provincia de Nangarhar. El arma, conocida coloquialmente como "la madre de todas las bombas", se produce cuando el recién elegido presidente Donald J. Trump delega las autoridades de toma de decisiones a los comandantes, incluida la posibilidad de agregar varios miles de soldados estadounidenses a los casi 9.000 ya desplegados allí.
Conversaciones de paz
En febrero de 2019 las negociaciones entre Estados Unidos y los talibanes en Doha alcanzan su nivel más alto hasta la fecha, aprovechando el impulso que comenzó a fines de 2018.
El presidente Donald Trump anunció en Twitter el fin de semana previo al aniversario décimo octavo de los ataques terroristas en EE.UU. anunció la cancelación de las reuniones secretas en Camp David con los líderes talibanes y afganos.
Es el último ejemplo de un comandante en jefe dispuesto a correr un gran riesgo en pos de una victoria de política exterior, solo para verlo esfumarse.