Estados Unidos, junto a otros países, condenaron la decapitación del rehén japonés Kenji Goto por parte del grupo Estado Islámico.
El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, condenó el “vil asesinato” y dijo que su gobierno continuará trabajando con los aliados para destruir al grupo radical islamista.
El secretario de Estado de Estados Unidos, John Kerry, ofreció sus más profundas condolencias a la familia de Goto y todo el pueblo japonés.
Otras naciones como Gran Bretaña y Francia también condenaron el asesinato.
Por su parte, el primer ministro de Japón, Shinzo Abe, dijo sentirse “por este acto de terrorismo atroz e inmoral”.
"Japón trabajará con la comunidad internacional para llevar a los responsables de este crimen ante la justicia. Japón nunca cederá ante el terrorismo", dijo el primer ministro.
El gobierno de Japón es uno de los que no participa directamente en la lucha contra los extremistas.
El gobierno japonés ordenó reforzar la seguridad en aeropuertos y las instalaciones japonesas en el exterior, como embajadas, consulados y escuelas.
Goto, de 47 años de edad, trabajaba como periodista independiente.
El trabajo periodístico de Goto buscaba mostrar la situación de los refugiados, niños y otras víctimas de la guerra en Siria.
