El Ministerio de Petróleo de Venezuela oficializó el incremento del precio del diésel para el sector industrial a 0,32 dólares por litro, cortando el subsidio que mantenía desde el 2020 y que lo volvía prácticamente gratuito.
“Se ajusta el precio del combustible diésel para el sector industrial a razón de (USD 0,32/Lt). Este precio podrá ser pagado en bolívares a la tasa de cambio fijada por el Banco Central de Venezuela del día que corresponda al suministro”, precisa la Gaceta Oficial del 3 de julio divulgada esta semana.
La resolución firmada por el ministro de Petróleo y presidente de la estatal Petróleos de Venezuela (PDVSA), Pedro Tellechea, precisa que se evaluará el establecimiento de precios, “según lo requieran los sectores considerados prioritarios”.
La semana pasada circuló un documento firmado por Juan Carlos Díaz Socorro, vicepresidente de Comercio y Suministro Nacional de PDVSA, en el que se informaba a los clientes directos y distribuidores de combustible que a partir del 6 de julio entraría en vigencia el ajuste de precio del diésel para el sector industrial destinado al mercado local, a excepción del sector salud “al que se le mantiene el subsidio”.
Históricamente Venezuela se caracterizó por gozar de uno de los combustibles más económicos del mundo. En junio de 2020 el gobierno fijó un esquema de distribución de combustible, uno subsidiado (solo 120 litros mensuales por persona y cumpliendo ciertos requisitos) y el que actualmente paga la mayoría de la población, de 0,50 centavos de dólar por litro.
Pero cada vez son menos las estaciones de servicio que venden gasolina a precio subsidiado y que han ido pasando a precio “internacional” por decisión de PDVSA.
La misma situación ha ocurrido con el diésel; en 2022 el gobierno eliminó el subsidio de 100% al diésel para el transporte de carga pesada y lo fijó en 0,50 dólares por litro.
En los últimos años sindicalistas de la deteriorada industria petrolera y otros expertos en la materia han coincidido en que, consecuencia de los años de corrupción, la falta de inversión, mantenimiento y personal calificado, las refinerías en Venezuela, todas estatales, quedaron en un estado de “colapso operativo” que limita la posibilidad de producir el combustible necesario para abastecer el mercado interno.
La situación se volvió aún más crítica luego de que la administración del ex presidente Donald Trump prohibió a compañías extranjeras intercambiar diésel por petróleo venezolano.
El gobierno venezolano atribuye los picos de escasez de combustible a las sanciones impuestas por la comunidad internacional.
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