Estados Unidos y Venezuela atravesaron “el peor momento” de sus relaciones binacionales cuando, hace tres años, Washington decidió retirar a todo su personal diplomático consular de Caracas debido al agravamiento de la crisis política del país suramericano, recuerdan analistas.
Estados Unidos anunció el 14 de marzo de 2019 que su máximo representante en la capital venezolana, James Story, así como sus empleados de la embajada, se retiraban del país, un mes y medio luego de que el gobierno del entonces presidente Donald Trump desconociera a Nicolás Maduro como presidente.
La medida respondía a la opinión del estamento diplomático estadounidense de que “el deterioro de la situación en Venezuela es profundo”, indicó en un comunicado oficial Story, entonces encargado de negocios norteamericano.
El diplomático, designado en noviembre de 2020 como embajador ante Venezuela, fijó su residencia y ejerció sus funciones en Bogotá, Colombia. “Pronto regresaremos a una Venezuela libre y democrática”, añadió en 2019.
Story recordó este lunes el tercer aniversario de su salida de Caracas. “Aunque no estemos físicamente presentes, seguimos trabajando por ustedes y buscando la forma de ayudarlos a que la democracia retorne a su país. Todos los venezolanos están siempre en nuestros pensamientos”, escribió en Twitter.
Giulio Cellini, abogado consultor sobre asuntos internacionales, valora aquella decisión del secretario de Estado, Mike Pompeo, como la máxima prueba de una relación deteriorada, marcada por sanciones económicas y por la expulsión de diplomáticos estadounidenses por parte de Maduro, en enero de 2019.
“Claramente, es el peor momento de las relaciones. Estados Unidos reconoció a un gobierno distinto al de Maduro. Aquello rompió por completo las relaciones”, comenta el especialista en entrevista con la Voz de América.
Estados Unidos fue el primero de 50 países que reconocieron a Guaidó, presidente del Parlamento electo en 2015, como jefe de Estado interino. La oposición alegó que Maduro usurpó el poder al juramentarse en enero de 2019 tras reelegirse en elecciones valoradas como fraudulentas por sus opositores.
La salida de Story y del resto del personal diplomático norteamericano de Caracas ocurrió mes y medio antes de que la oposición venezolana liderara una fallida intentona golpista contra Maduro, que continúa en el poder.
Luis Angarita, profesor universitario especializado en relaciones internacionales, califica tajantemente como un “error” el que Estados Unidos no haya mantenido siquiera una oficina de asuntos consulares en Venezuela.
El objetivo de lograr un cambio de gobierno en la nación suramericana mediante la deslegitimación de Maduro no logró su cometido, recuerda.
“No tuvo resultado y quedó encerrado en la sola argumentación de desconocer a un gobierno y reconocer a otro. Si lo comparas con otras naciones, como Cuba y Afganistán, Estados Unidos, por lo menos, ha mantenido oficinas de interés. En este caso, las comunicaciones se han mantenido al mínimo”, detalla a la VOA.
El deshielo
Los estancados vínculos entre Washington y Caracas parecieron salir de su punto muerto a principios de mes. Medios internacionales revelaron que una delegación de alto nivel de EE. UU. se reunió con el propio Maduro en Caracas para tratar asuntos como la liberación de presos norteamericanos, la flexibilización de las sanciones económicas y temas de naturaleza “energética”.
El presidente venezolano dijo en un acto televisado que confiaba en que su reunión con voceros del gobierno del mandatario estadounidense Joe Biden diera inicio a una “agenda positiva” con Washington. También, habló de la posibilidad de “resetear” el diálogo con sus opositores, “para dar ejemplo”.
Jen Psaki, secretaria de prensa de la Casa Blanca, confirmó el viaje de una delegación de Biden a Caracas para tratar diversos temas, entre ellos “la seguridad energética” y los casos de nueve estadounidenses apresados.
Fuentes del gobierno estadounidense dijeron a la VOA que “la estabilidad hemisférica” también había motivado la visita oficial a Venezuela.
Angarita, por su parte, insiste en que “mucha agua ha corrido” en ambas naciones en los últimos tres años, por lo que no le sorprenden las conversaciones formales entre los gobiernos de Biden y Maduro.
El poder ejecutivo estadounidense se ha visto forzado a descongelar las conversaciones directas con el Palacio de Miraflores por las consecuencias de la invasión armada de Rusia a Ucrania en el mercado energético mundial, acota.
La reunión entre colaboradores de la Casa Blanca y Maduro, que sorprendió hasta a la misma oposición venezolana, según reportes de medios locales, representa un “gesto de pragmatismo” de Biden, opina Cellini, por su parte.
“Es una nueva visión pragmática de las relaciones con Venezuela. Se dice que hubo intereses energéticos y de hidrocarburos (a propósito de la invasión de Rusia a Ucrania), pero esa delegación la integraron funcionarios políticos” de Biden, entre ellos el asesor de seguridad nacional Juan González, subraya.
La promoción del diálogo para reinstitucionalizar a Venezuela sigue siendo prioritaria en esa agenda que impulsa Estados Unidos, tres años luego de la salida de su delegación diplomática en el país suramericano, estima Cellini.
“Es muy positivo. Se abre un canal de comunicación importante. Ojalá se llegue a resultados concretos. La pelota está del lado del gobierno de Maduro”, sostiene.
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