Un agudo descenso de las temperaturas y pronósticos de lluvia en el norte de México empeoran las condiciones de los migrantes y refugiados que esperan en la frontera con Estados Unidos a que se atiendan sus solicitudes de asilo.
Los vientos helados de un clima más frío de lo normal se filtran en las carpas levantadas junto a la garita del paso fronterizo de El Chaparral, que une a Tijuana, en México, con San Diego, en Estados Unidos, y la lluvia se suma a la penuria.
Se escucha decir a alguien: “Se cayó esto aquí”.
“Se mojaron las cobijas (…) los niños no podían salir (…) pero no pudieron porque estaba todo (mojado)”, dice la hondureña Tanya Fernández.
Un 40% de los migrantes están llegando a la frontera con Estados Unidos son niños, niñas y adolescentes. No hay espacio para todos.
La Organización Internacional de las Migraciones (OIM) advierte que hay gente durmiendo en la calle porque los albergues están saturados.
“Es preocupante la cantidad de personas que están llegando debido a la saturación de los servicios, tanto de alojamiento como servicios de asistencia”, explica Jessica Tapia, una trabajadora de esa entidad.
Un grupo de haitianos tuvo que esperar para que le permitieran entrar a la unidad deportiva que la ciudad de Tijuana habilitó para los damnificados por las lluvias.
“Hace mucho frío”, se queja uno de ellos que dice llamarse Ebes.
Enrique Lucero, director municipal de atención al migrante de Tijuana, dice que hay limitaciones en los albergues.
“No nos permiten más que 90 personas por el tema de la sana distancia. Ahorita estamos al tope”.
La OIM y otras agencias de la ONU ya trabajan con grupos locales para ampliar la capacidad para alojar a migrantes y refugiados que no paran de llegar a la frontera.
Por lo pronto, lo único seguro es que esta semana regresa la lluvia.
[Informe sobre reporte de Vicente Calderón, VOA]
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