Años de experiencia en las pistas y pericia en los motores le permitieron al piloto de carreras Augusto Pradelli poner en marcha una idea en momentos en que la operatividad del centro de espectáculos que dirige se veía paralizada por la escasez de gasolina en Maracaibo, la ciudad de Venezuela donde vive.
"¿Cuáles eran mis necesidades? Salir a hacer las compras, hacer diligencias, mover a la familia y llevar a los trabajadores a su casa". Fue así como Pradelli decidió hacer ajustes a dos viejos carritos de golf y adaptarles baterías de ácido plomo de 6 voltios para mejorar su desempeño.
"Mientras más kilos le colocas, menos es el rendimiento, pero lo normal, el estándar es: con una carga recorres 60 a 100 kilómetros a una velocidad máxima de 40 kilómetros por hora", cuenta Pradelli a la VOA.
Pero los frecuentes apagones ponían en riesgo la recién creada solución y dejaba varados los autos. Entonces, las elevadas temperaturas de Maracaibo se convirtieron en una oportunidad.
"Nosotros agarramos unos paneles solares comunes y silvestres, se los adaptamos por encima del techo y no cabían. Entonces decidimos hacer un carro más grande, que le entren paneles solares. El carrito me dio opciones de pensar en otro tipo de negocios en la crisis; por ejemplo, repartir comida a domicilio”, explica.
Ahora los dos carritos desarrollados con ingenio y en respuesta a las precariedades, ruedan por Maracaibo entre las motocicletas, el transporte público y los vehículos particulares.
"Mientras haya luz diurna, el carro se mantendrá en movimiento", concluye.
Su creador sigue haciendo ensayos y estudios técnicos para diseñar más autos con energías alternativas que le permitan a otros poder movilizarse como él a pesar de la falta de gasolina.
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