El Papa Francisco llamó el viernes a los líderes musulmanes a unirse en la renuncia al extremismo religioso, en momentos en que militantes islamistas están atacando a antiguas comunidades cristianas en Oriente Medio.
La visita de dos días del Papa, que apunta a mejorar los vínculos entre musulmanes y cristianos, tiene lugar sólo tres semanas después de que atacantes suicidas de Estado Islámico mataron a al menos 45 personas en dos iglesias egipcias.
"Repitamos un 'no' fuerte y claro a toda forma de violencia, venganza y odio cometidos en nombre de la religión o en nombre de Dios", dijo el Sumo Pontífice a una conferencia por la paz en Al-Azhar, la máxima autoridad islámica de Egipto.
"Juntos afirmemos la incompatibilidad entre la violencia y la fe, entre creer y odiar", declaró en el recinto musulmán suní de 1.000 años de antigüedad.
Francisco se desplazó por calles fuertemente custodiadas, presidido de un vehículo blindado, que custodiaba el automóvil normal con la ventana abierta en que se movilizaba el Papa.
El Papa tenía programado pronunciar tres discursos el viernes y celebrar una misa al aire libre el sábado en un recinto militar.
Su visita se produce en momentos de alta tensión en Egipto, el país árabe más poblado.
Además de atentados con bomba el Domingo de Ramos, militantes islamistas atacaron la semana pasada un puesto de control de la policía cerca del monasterio de Santa Catalina, en el Monte Sinaí.
El pontífice ha dicho en reiteradas oportunidades que el diálogo cristiano-musulmán es la única forma de derrotar a militantes islamistas que han perseguido y expulsado a los cristianos desde sus comunidades de 2.000 años en Irak y Siria, y que ahora están atacándolos en Egipto.
Recomponer relaciones
El papa Francisco arribó este viernes a El Cairo, la capital egipcia, con la esperanza de recomponer las relaciones entre el Vaticano y los líderes religiosos islamistas en un momento en que la antigua comunidad cristiana en Egipto es atacada por militantes del grupo Estado islámico..
Aunque el pontífice condenó los ataques extremistas contra cristianos, dijo viajar a Egipto como un mensajero de paz en un momento en el que el mundo está “desgarrado por la violencia ciega”.
Francisco ha insistido en que el diálogo entre cristianos y musulmanes es la única manera de superar el extremismo islámico que ha inspirado ataques a cristianos y llevado a muchos miembros de esta minoría a abandonar comunidades establecidas hace 2.000 años en Irak, Siria y otros lugares de Oriente Medio.
La seguridad se ha reforzado y en el barrio acomodado donde se alojará Francisco el viernes por la noche se ordenó el cierre de las tiendas y la policía hacía comprobaciones casa por casa. La única misa pública se celebrará en un estadio militar.
Francisco no está especialmente preocupado y no utilizará un vehículo blindado como hicieron sus predecesores en viajes al extranjero, indicó el portavoz del Vaticano Greg Burke.“Estamos en el mundo de la ‘nueva normalidad’”, dijo Burke. “Pero seguimos adelante con serenidad”.
Sin embargo, este mensaje de diálogo y tolerancia ha sido rechazado como ingenuo por algunos de sus colegas jesuitas, para los que el islam sigue siendo “una religión de la espada” que no se ha modernizado. Incluso algunos cristianos egipcios de a pie ven su visita como un gesto bonito, pero que no cambiará su realidad.
Un hito
La visita marca en cualquier caso un hito diplomático para Roma. Al-Azhar cortó las relaciones con el Vaticano en 2011 cuando el papa Benedicto XVI exigió a Egipto que protegiera más a su minoría cristiana, tras un ataque a una iglesia en Nochevieja que dejó más de 20 muertos.
Francisco ha pasado gran parte de sus cuatro años de pontificado intentando reparar esos lazos y el año pasado recibió a El-Tayeb en el Vaticano.
El Sisi fue recibido hace poco en la Casa Blanca, y el viaje de Francisco remata el tiempo y esfuerzo que ha dedicado a salir del aislamiento internacional en el que cayó tras derrocar en 2013 al presidente islamista Mohammed Morsi, el primer presidente de Egipto elegido en comicios libres.