En una noche lluviosa de domingo en Hamburgo, una multitud de más de 45.000 aficionados se reunieron para ver la final de la Copa Mundial entre Alemania y Argentina.
Por toda Alemania, unas 70 millones de personas estuvieron pendientes de este partido épico, la tercera vez que ambos países juegan una final de un Mundial.
Sin embargo, no nos engañemos, para la mayoría de los alemanes, se trataba de algo más que un partido de fútbol.
En 2006, Alemania fue sede de la Copa del Mundo. Con el lema: Die Welt zu Gast bei Freunden (Es hora de hacer amigos), los alemanes organizaron a todas luces un Mundial exitoso.
Asimismo, fue la primera vez desde el final de la Segunda Guerra Mundial que muchos alemanes se atrevieron a mostrar señales de patriotismo, ya sea colgando banderas en las ventanas, en los coches o pintando banderas alemanas en sus rostros, nunca antes estos jóvenes alemanes habían sido parte de un evento tan patriótico.
Aunque solo pudieron lograr el tercer lugar en Alemania 2006, el llamado "cuento de hadas de verano" puso en marcha la nueva meta para los aficionados al fútbol alemanes: ganar un Mundial, y así levantar la bandera alemana con orgullo como campeones del mundo.
En 2010, Alemania dejó el Mundial de Sudáfrica de nuevo con un tercer lugar. La mayoría de los países considerarían esto un resultado relativamente bueno. Pero para los medios de comunicación alemanes, esto fue una decepción enorme. Por lo tanto, comenzó una nueva meta y casi obsesión nacional: el fútbol alemán tenía una sola misión para 2014, y el segundo lugar no era opción.
De vuelta en Hamburgo, la lluvia había cesado y el partido ya estaba en marcha. Como la mayoría sabe a estas alturas, fue una final fantástica, con una gran defensa y ataque de ambos lados.
De Argentina Lionel Messi, considerado por muchos el mejor futbolista del mundo, hizo lo que pudo para ganar y apoderarse del trono de héroe del fútbol argentino Diego Maradona.
Por otro lado, un equipo alemán repleto de estrellas, dirigido por Manuel Neuer, el portero que hizo casi imposible anotar contra los alemanes durante toda la Copa del Mundo, jugado una defensa cerrada y buscando opciones para ponerse en ventaja.
Después de un juego reglamentario 90 minutos sin goles, el partido se fue a lo largo del tiempo. La posibilidad de una tanda de penaltis fue haciendo cada vez más real, hasta el minuto 113, cuando el alemán Mario Goetze hizo un gol sensacional, controlando el balón con el pecho y pegándole de volea ante la salida del meta argentino Sergio Romero.
Gracias a la habilidad de Goetze, Alemania ya tiene su cuarta Copa Mundial. Multitudes vitorearon en todo el país, las banderas fueron izadas con orgullo una vez más. Para la mayoría de los alemanes, la misión que comenzó en 2006 fue finalmente cumplida: después de 24 años, una nueva generación de alemanes por fin sabe lo que se siente ser campeón de la Copa Mundial.