El cantante y compositor brasileño Joao Gilberto, considerado uno de los padres de la bossa nova, falleció el sábado en Río de Janeiro, confirmó su hijo Joao Marcelo a medios locales. Tenía 88 años.
No se dio a conocer por el momento la causa de la muerte. Sus hijos le dieron el pésame en redes sociales.
“Mi padre ha muerto. Su lucha fue noble, trató de mantener su dignidad a la luz de perder su independencia”, escribió en Facebook Marcelo, uno de los tres hijos del artista.
Gilberto grabó discos en los Estados Unidos y ganó reconocimiento internacional tras presentarse en países como México, Canadá, Alemania y Japón.
En 1961 concluyó una trilogía de álbumes que hicieron del bossa nova, una fusión de samba y jazz, un género conocido en todo el mundo: “Chega de Saudade”; “El amor, la sonrisa y la flor”, y “Joao Gilberto”.
Su álbum “Getz/Gilberto”, lanzado en 1964, con el saxofonista norteamericano Stan Getz, vendió millones de copias en todo el mundo, le valió un premio Grammy al año siguiente.
Fue el más famoso intérprete de “La chica de Ipanema”, canción icónica del género compuesta por Tom Jobim y Vinicius de Moraes.
Autodidacta, descubrió la música a los 14 años cuando tuvo por primera vez en sus manos una guitarra. Gilberto inventó un estilo de ejecutar el instrumento, con el característico sincopado del bossa nova.
La prestigiosa revista de jazz norteamericana Down Beat lo eligió en 2009 como uno de los 75 mejores guitarristas de la historia y uno de los cinco principales cantantes de jazz.
La noticia de su muerte conmovió al ambiente artístico brasileño.
“Se fue Joao Gilberto, el mayor genio de la música brasileña. Influencia definitiva de mi canto. Hará mucha falta, pero su legado es importantísimo para Brasil y el mundo”, publicó la cantante Gal Costa en sus redes sociales.
“Un genio que revolucionó para siempre la música popular brasileña. Nos enseñó a todos nosotros a cantar de la forma más bella del mundo. Vaya en paz, maestro”, lo despidió la cantante Daniela Mercury.
Ruy Castro, periodista, escritor y estudioso de la bossa nova, dijo que la pérdida es “monumental”.
“Él consiguió crear una mística alrededor de él en el exterior, apenas siendo como era, sin ni siquiera saber hablar inglés”, dijo Castro al canal Globo.
Pese a que había nacido en Bahía, en el noreste de Brasil, estaba asentado en Río de Janeiro desde muy joven.
Carioca por adopción, el músico era amante del fútbol e hincha del club Fluminense. Según cuenta Castro en el libro “La onda que se erigió en el mar”, tenía por costumbre acompañar los partidos de fútbol con la guitarra entre sus manos.
Toda una generación posterior de músicos, compuesta por Gilberto Gil, Chico Buarque y Caetano Veloso, se ha reconocida discípula de Gilberto, quien dejó una huella imborrable en la música.
El músico había pasado los últimos años de su vida envuelto en problemas judiciales debido a deudas y en medio de una pelea entre sus hijos por su tutoría.
Su última presentación en vivo había sido en 2008. Con una salud deteriorada, había cancelado posteriormente un show conmemorativo por sus 80 años.
Poco afecto a dar entrevistas y a mostrarse en las calles de Leblón, el barrio de la zona sur de Río donde vivía, había sido definido como un “genio recluso”, capaz de ser escuchado pero no visto.