Según una nueva encuesta del centro Pew, el creciente número de inmigrantes indocumentados que han sido deportados en los últimos años es visto como “algo bueno” en un 45% y “como algo malo” en el mismo porcentaje.
El récord de deportaciones durante el gobierno del presidente Barack Obama no es para nadie desconocido.
En el año fiscal 2012 alcanzó la cifra de 419.384, según el Departamento de Seguridad Nacional y faltando tres años para culminar con el segundo periodo de Obama, el número de deportados asciende a 1.6 millones.
Ante la falta de una reforma del sistema de inmigración y una ley estancada en la Cámara de Representantes el público estadounidense se encuentra dividido no por la aprobación o rechazo de una ley que legalice a los indocumentados, sino por las opiniones a favor y en contra por el alto número de deportaciones.
La división también se presenta entre demócratas y republicanos con una mayor aceptación de la práctica entre los miembros del partido republicano.
Lo mismo sucede entre los hispanos y los blancos, donde se presenta una fuerte oposición, entre los hispanos con un 60% de los encuestados que consideran las deportaciones un aspecto negativo frente al 40% que creen que es una práctica positiva. En el caso de los blancos la mayoría en 49% lo consideran positivo.
Cabe resaltar que independientemente de las opiniones sobre las deportaciones la gran mayoría de estadounidenses aprueba una legalización para los indocumentados, pero no en la misma proporción con un camino a la ciudadanía.
Mientras que otra encuesta también reveló que los inmigrantes prefieren que les garanticen permanecer en EE.UU. y trabajar sin miedo a ser deportados, en lugar de ganar una opción para solicitar la ciudadanía.
El récord de deportaciones durante el gobierno del presidente Barack Obama no es para nadie desconocido.
En el año fiscal 2012 alcanzó la cifra de 419.384, según el Departamento de Seguridad Nacional y faltando tres años para culminar con el segundo periodo de Obama, el número de deportados asciende a 1.6 millones.
Ante la falta de una reforma del sistema de inmigración y una ley estancada en la Cámara de Representantes el público estadounidense se encuentra dividido no por la aprobación o rechazo de una ley que legalice a los indocumentados, sino por las opiniones a favor y en contra por el alto número de deportaciones.
La división también se presenta entre demócratas y republicanos con una mayor aceptación de la práctica entre los miembros del partido republicano.
Lo mismo sucede entre los hispanos y los blancos, donde se presenta una fuerte oposición, entre los hispanos con un 60% de los encuestados que consideran las deportaciones un aspecto negativo frente al 40% que creen que es una práctica positiva. En el caso de los blancos la mayoría en 49% lo consideran positivo.
Cabe resaltar que independientemente de las opiniones sobre las deportaciones la gran mayoría de estadounidenses aprueba una legalización para los indocumentados, pero no en la misma proporción con un camino a la ciudadanía.
Mientras que otra encuesta también reveló que los inmigrantes prefieren que les garanticen permanecer en EE.UU. y trabajar sin miedo a ser deportados, en lugar de ganar una opción para solicitar la ciudadanía.