Cuando una multitud asaltó el Capitolio de Estados Unidos para tratar impedir que el Congreso certificara la elección presidencial de Joe Biden, la alcaldesa de Washington, Muriel Bowser, no tenía la autoridad para llamar a la Guardia Nacional del Distrito de Columbia para que ayudara a la policía.
Ese episodio dio un nuevo impulso a los viejos esfuerzos del Distrito de Columbia para convertirse en estado.
“Me molestó que 706.000 residentes del Distrito de Columbia no tenían un solo voto ayer en ese Congreso, a pesar de que nuestra gente estaba poniendo sus vidas en peligro para proteger nuestra democracia”, dijo Bowser en una conferencia el 7 de enero.
Aunque Washington es la sede del poder político de Estados Unidos, el distrito carece de una autonomía local. Su presupuesto y leyes locales, a diferencia de los estados, están sujetos a la aprobación del Congreso.
Sus residentes pagan impuestos federales, pero no pueden enviar un representante al Congreso que vote en su favor.
“Estados Unidos es el único país que niega a los residentes de su capital los mismos derechos que tienen los demás”, dijo Eleanor Holmes Norton, la delegada sin derecho a voto del distrito a la Cámara de Representantes, a la Voz de América en una entrevista este mes.
Norton lleva luchando por la estadidad desde hace tres décadas, En 1993, presentó un proyecto de ley que, a pesar de promover el primer debate en el Congreso sobre el tema, fue contundentemente derrotado 277 a 153.
Sin embargo, ella y otros líderes del distrito y otros partidarios que buscan la soberanía y autonomía como estado dicen que están más cerca que nunca de lograrlo.
La legislación presentada por Norton y aprobada por la Cámara Baja el año pasado reduciría el tamaño del distrito federal a 5,1 kilómetros cuadrados, que incluiría al Capitolio, la Casa Blanca y otros edificios principales del gobierno y los monumentos.
Los 171 kilómetros cuadrados restantes del distrito pasarían a ser un nuevo estado. La legislación fue vuelta a presentar en enero con un mayor apoyo.
Pros y contras
“Lo importante es que tenemos el respaldo del nuevo presidente de EE. UU., Joe Biden, y el de los líderes del Senado y la Cámara de Representantes. Eso es una boleta difícil de derrotar”, dijo Norton.
La barrera principal es la oposición republicana en el Congreso y más allá.
Los votantes en el distrito apoyan abrumadoramente a los demócratas. En las elecciones de noviembre pasado, 95% de los votos fueron para Biden. Los republicanos no quieren ver a dos demócratas más en el Senado, ahora dividido 50-50.
En la Cámara Baja, el congresista republicano Dusty Johnson cree que los residentes de Washington se merecen una representación, pero no con la legislación propuesta, sino integrándose al vecino estado de Maryland sin aumentar escaños en el Senado.
“En los últimos 200 años, cada estado que se ha creado ha tenido por lo menos 6 millones de residentes o 25.000 kilómetros cuadrados”, dijo Johnson. “Washington DC no cumple ninguna de esas dos pruebas”.
La unión con otro estado no es aceptable para el farmacéutico de Washington Adeoye “Oye” Owowela.
“No queremos ser residentes de Maryland. Queremos ser residentes del Distrito de Columbia. Queremos ser el estado 51, no ser absorbidos por alguno”.
Los residentes del D.C. eligieron a Owowela en noviembre como delegado suplente en la Cámara de Representantes. Owowela es hijo de padres nigerianos y en su país los residentes de la región federal de la capital tienen representantes legislativos con derecho a voto.
El Comité de Supervisión y Reforma de la Cámara de Representantes tiene programada una audiencia el 22 de marzo para debatir el proyecto de Norton.
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