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Ruth Bader Ginsburg, símbolo de la lucha social en el Supremo de EE.UU.


Ciudadanos se congregaron frente a la Corte Suprema tras anunciarse el fallecimiento de la magistrada Ruth Bader Ginsburg, considerada un ícono del feminismo y la lucha por la equidad.
Ciudadanos se congregaron frente a la Corte Suprema tras anunciarse el fallecimiento de la magistrada Ruth Bader Ginsburg, considerada un ícono del feminismo y la lucha por la equidad.

La jueza falleció el viernes a los 87 años de edad, debido a “complicaciones de un cáncer metastásico de pancreas”, informó la Corte.

Ruth Bader Ginsnburg, todo un símbolo de la lucha social en Estados Unidos y un auténtico bastión de los derechos de las minorías en el Tribunal Supremo, falleció el viernes a los 87 años de edad, debido a “complicaciones de un cáncer metastásico de pancreas”, informó la Corte.

Su muerte representa el fin de una era en la que una mujer encabezaba la bancada liberal de la Corte Suprema, una mujer que soñaba con el día en que contaran con una mayoría liberal para poder aprobar las decisiones que según ella fortalecerían la equidad de sexos en Estados Unidos.

La segunda mujer en servir en la Corte Suprema estadounidense, Ginsburg llegó al tribunal tras ser nominada por el presidente Bill Clinton en 1993. De filosofía liberal, era considerada un icono del movimiento feminista estadounidense.

“Nuestra nación ha perdido a una jurista de estatura histórica”, dijo el presidente del Tribunal Supremo, el juez John Roberts. “Nosotros en la Corte Suprema hemos perdido a una querida colega. Hoy sufrimos, pero con la confianza de que las futuras generaciones recordarán a Ruth Bader Ginsburg como la conocimos, una incansable y resuelta campeona de la Justicia”.

La juez Ginsburg nació en Brooklin, Nueva York, el 15 de marzo de 1933 como Joan Ruth Bader. Venía de una familia de escasos recursos de inmigrantes europeos judíos. Su madre le decía que siempre tenía que ser una dama. Pero ella anhelaba ser mucho más.

“Ninguno de mis padres tuvo los medios para asistir a la universidad, pero ambos me enseñaron a amar el aprendizaje, a preocuparme por la gente y a trabajar duro por lo que fuese que quería o en que creía”, dijo Ginsburg en la audiencia para su confirmación a la Corte Suprema en 1993, según reportó el diario The Washington Post el viernes.

“Mis padres tuvieron la visión de salir del viejo país cuando la fe y la antecedencia judía significaba exponerse a agresiones y denigraciones de su valor humano”, agregó Ginsburg. “Lo que ha sido de mí sólo podría ocurrir en Estados Unidos. Como muchos otros, le debo tanto a la entrada que éste país otorgaba a personas que ansiaban respirar en libertad”.

Ingresó a estudiar derecho en la Universidad de Cornell, gracias a una beca. En su primer año de universidad se distinguió como la mejor alumna de su clase. Fue ahí también donde recibió los consejos e ideas que moldearían buena parte de su filosofía jurídica.

Los recibió del gran especialista de Cornell en temas de libertades civiles Robert Cushman. En su segundo año conoció a su futuro esposo, Martin Ginsburg. La juez Ginsburg solía decir muchos años después que Martin era el único chico al que había conocido a “quien le importaba que yo tuviera un cerebro”.

Se casaron en 1954. Luego se trasladó a Harvard, donde su esposo había ingresado para estudiar derecho. La enfermedad de su esposo, quien fue diagnosticado con cáncer testicular, la hizo regresar a su natal Nueva York, donde completó sus estudios en la Escuela de Derecho de la Universidad de Columbia.

En 1971, cuando era profesora de Derecho de la Universidad de Stanford, se convirtió en la primera directora del Proyecto de los Derechos de la Mujer de la Unión Estadounidense de las Libertades Civiles (ACLU, por sus siglas en inglés).

Varias de sus estudiantes mujeres se aseguraron de explicar a Ginsburg cómo muchas leyes limitaban a las mujeres. Eso la motivó a dar forma a la primera clase universitaria sobre la mujer y la ley.

Como parte de su trabajo con la ACLU, Ginsburg llevó hasta la Corte Suprema varias demandas que cuestionaban medidas que eran discriminatorias contra las mujeres. Entre 1972 y 1978, Ginsburg llevó seis casos ante la Corte Suprema y ganó cinco de ellos.

Una de sus primeras batallas fue convencer a los magistrados del tribunal supremo que la Enmienda 14 de la Constitución no sólo debía aplicarse contra la discriminación racial sino también contra la discriminación sexual. La tarea era enorme.

Y tomó años para que los magistrados finalmente llegaran a reconocer lo que Ginsburg había argumentado años antes sobre la Enmienda 14. Lo logró señalando como la igualdad de sexos es de dos vías, y cómo leyes que parecieran beneficiar a las mujeres realmente las afectan.

Hubo varios casos con los que ella fue estableciendo las bases que llevarían a la Corte a reconocer que debe existir protección contra la discriminación por el sexo de una persona. Varios de ellos fueron casos de hombres.

Uno de esos casos fue de un hombre cuya esposa falleció cuando su hijo era aún un bebé. El padre del niño deseaba pasar más tiempo con su pequeño hijo, pero el sistema de seguridad social no le reconocía el derecho a beneficios por viudez que se le reconocía a las mujeres. Ginsburg ganó ese caso, dejando claro que la igualdad de sexo es de doble vía y que de la misma forma en que no se pueden predefinir los roles que una mujer puede jugar, tampoco se puede limitar el derecho de un padre a criar a un bebé.

Su extensa carrera incluyó la docencia, pues fue profesora de Derecho en las universidades de Rutgers, Columbia y Stanford.

En 1980, el entonces presidente Jimmy Carter la nominó para ocupar uno de los tres puestos en el tribunal federal de apelaciones en Washington D.C. Ahí sirvió durante 13 años hasta que el también demócrata Bill Clinton la nominó para ser la segunda mujer en ocupar un lugar en el tribunal supremo. Era la oportunidad de oro para poco a poco derribar el muro de la discriminación contra las mujeres.

Pero esa tarea sería dura y algunos consideran que Ginsburg no llegó a completarla. Sus colegas conservadores se lo impidieron.

En las décadas de los 1970 y 1980 hubo una “sequía” de nominaciones de jueces liberales. Los presidentes conservadores, Nixon, Ronald Reagan y George Bush Sr. habían dado a juristas conservadores una mayoría en la Corte Suprema de nueve miembros. Ginsburg tendría que esperar un gobierno demócrata que nominara a jueces liberales para poder emprender los cambios en que ella creía.

Mientras tanto, batalló cordialmente con sus colegas conservadores logrando en algunos casos importantes victorias para las mujeres. Los liberales tenían cuatro votos, y los conservadores cinco. Pero el conservador Anthony M. Kennedy funcionó durante años como un péndulo de la corte, hasta su retiro en el 2018.

Una de las victorias de Ginsburg como magistrada de la Corte fue relacionado a la política de sólo admitir hombres a la Academia Militar de Virginia, la cual afirmaba que su plan de educación tenía un fuerte componente de pruebas y confrontaciones físicas que no eran apto para jóvenes mujeres.

Ginsburg redactó la decisión mayoritaria ordenando al Instituto Militar de Virginia a aceptar mujeres, poniendo punto final a una tradición de más de 150 años en esa escuela financiada por el estado.

“Mientras Virginia sirve a los hijos del estado, no hace ninguna provisión para sus hijas. Eso no es protección equitativa”, escribió la juez Ginsburg en el fallo del caso United States v. Virginia. El único voto en contra fue de su amigo, el juez Anthony Scalia, según reportó el diario The New York Times.

“Yo considero el caso del Instituto Militar como la culminación del esfuerzo de los 1970 para abrir puertas para que las mujeres pidieran aspirar y lograr sin restricciones artificiales”, dijo Ginsburg tras la decisión de ese caso, según el Post.

Mientras sirvió en la Corte Suprema redactó su libro 'Mis Propias Palabras', una recopilación de sus discursos y escritos. Ginsburg será enterrada en el Cementerio Nacional de Arlington, en Virginia.

Pocos días antes de fallecer, la magistrada expresó su deseo de no ser sustituida hasta después de las elecciones del próximo 3 de noviembre. Deseaba que “un nuevo presidente” nominara a su remplazo.

"Mi más ferviente deseo es no ser reemplazada hasta que un nuevo presidente jure el cargo", expresó Ginsburg en una carta dictada a su nieta Clara Spera, según reporta la emisora pública NPR.

La muerte de Ginsburg pone en un difícil situación a líder de la mayoría en el Senado, el republicano Mitch McConnell.

En 2016, McConnell bloqueó una votación sobre el juez Merrick Garland nominado por el presidente demócrata Barack Obama para la Corte Suprema, citando la tradición de no llenar las vacantes en un año de elecciones presidenciales.

Hace apenas unos días, el presidente Donald Trump presentó una lista de 20 precandidatos a ocupar una posible vacante en el Supremo. La noche del viernes, McConell dijo que el Senado aprobará la nominación que presente Trump, antes de las elecciones del 3 de noviembre.

El puesto de Ginsburg, muy contrario a sus deseos, pasará entonces a ser ocupado por un juez conservador.

Su esposo Martin ya había fallecido en el 2010 a causa del cáncer. Antes de morir, su esposo escribió y dejó una nota para que fuera encontrada por la juez.

“Mi amada Ruth”, empezaba la nota. “Tu eres la única persona a quien he amado en mi vida, poniendo a un lado, un poco, a mis padres, hijos y sus hijos. Y te he admirado y amado casi desde el día en que nos conocimos en Cornell”, agregó. “Qué delicia ha sido observarte progresar hasta la cima del mundo legal!!”.

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