Los expresidentes Barack Obama, Bill Clinton y George W. Bush presentaron sus respetos el jueves al fallecido congresista John Lewis, ícono de los derechos civiles, en su funeral en la ciudad de Atlanta, Georgia.
Al pronunciar el panegírico en la Iglesia Bautista Ebenezer, un sitio histórico donde el doctor Martin Luther King, Jr. predicó, Obama dijo que Lewis era un "estadounidense cuya fe fue probada una y otra vez para producir un hombre de pura alegría y perseverancia inquebrantable".
Bush señaló al dirigirse a los dolientes que Lewis había "sido llamado un santo estadounidense", pero reconoció que él y Lewis a veces tenían puntos de vista opuestos.
"John y yo tuvimos nuestros desacuerdos, por supuesto, pero en el Estados Unidos por el que John Lewis luchó y en el Estados Unidos en el que creo, las diferencias de opinión son elementos inevitables y evidencia de la democracia en acción", dijo Bush en medio de aplausos.
Tras los comentarios de Bush, Clinton dijo que Lewis, quien sufrió palizas policiales y fue encarcelado docenas de veces durante el movimiento de derechos civiles, era un hombre multifacético que no exigía más de lo que él mismo podía soportar.
“John Lewis era muchas cosas, pero era un hombre, un amigo del sol en la tormenta, un amigo que caminaba por los caminos pedregosos que te pedía que caminaras y desafiaba los bastones de castigo con los que pedía que te dejaras azotar, siempre manteniendo sus ojos en el premio, siempre creyendo que ninguno de nosotros sería libre hasta que todos seamos iguales", dijo Clinton. “Simplemente lo amaba. Siempre lo haré".
El expresidente Jimmy Carter, de noventa y cinco años, quien nombró al congresista de 17 años para un puesto federal, no asistió al servicio. Un portavoz de Carter dijo que el expresidente y su esposa, Rosalynn, no han estado viajando en los últimos tiempos.
Pero el pastor de la Iglesia Bautista Ebenezer, Raphael Warnock, leyó una carta de Carter que decía: "Si bien todos los estadounidenses disfrutan de sus logros, los georgianos lo conocemos como nuestro vecino, amigo y representante".
El presidente Donald Trump no asistió al funeral de Lewis ni a ninguno de los otros servicios celebrados recientemente en su honor.
Lewis, quien murió a principios de este mes de cáncer de páncreas a la edad de 80 años, será enterrado en el cementerio de South-View en Atlanta.
Lewis sirvió en la Cámara de Representantes de los Estados Unidos durante 33 años como congresista del 5to distrito del Congreso de Georgia que incluye Atlanta.
Los dolientes se alinearon en las calles a lo largo de la ruta donde el coche fúnebre que transportaba el cuerpo de Lewis viajó el miércoles camino al Capitolio estatal.
Muchas personas hicieron largas colas para pasar junto al ataúd cubierto con la bandera, con un horario extendido hasta tarde para tratar de acomodar a todos los que querían presentar sus respetos.
En una ceremonia, el gobernador de Georgia, Brian Kemp, llamó a Lewis "un georgiano querido, un héroe estadounidense y un amigo para todos los que buscaban una sociedad mejor, más justa y más unida".
Los servicios del jueves son los últimos en una semana de celebraciones de la vida de Lewis. Su cuerpo fue llevado el domingo a través de un puente en Selma, Alabama, donde él, cuando era joven en 1965, se encontraba entre los manifestantes de derechos civiles que luchaban por los derechos de voto de los afroamericanos y otras minorías. Lewis estuvo entre los golpeados por los policías estatales.
Su cuerpo permaneció en capilla ardiente durante dos días en el Capitolio de Estados Unidos, en Washington, antes de ser llevado a Georgia. Fue el primer legislador negro en ser homenajeado con una capilla ardiente en la Rotonda del Capitolio estatal.
También el jueves, repicaron las campanas en la Iglesia Episcopal de San Juan en Washington en honor del difunto congresista.
La muerte de Lewis se produce cuando Estados Unidos reconoce su historia de discriminación racial tras la muerte el 25 de mayo de George Floyd, un hombre afroestadounidense, bajo custodia policial en Minnesota.