Cuando una turba de insurrectos asaltó el Capitolio en un fallido intento por evitar que el Congreso de EE. UU. certificara el triunfo presidencial de Joe Biden, el pasado 6 de enero, la alcaldesa de Washington DC, Muriel Bowser, carecía de la autoridad para activar a la Guardia Nacional del Distrito de Columbia para que acudiera en ayuda de la policía.
Ese episodio ha dado un nuevo impulso al viejo esfuerzo del Distrito de Columbia para convertirse en un estado más del país.
"Me molesta que 706.000 residentes del Distrito de Columbia no tuvieran ayer un solo voto en el Congreso, a pesar del hecho de que nuestra gente estaba poniendo sus vidas en peligro para proteger nuestra democracia", dijo Bowser en rueda de prensa el 7 de enero, al día siguiente del ataque.
Aunque Washington es la sede de la política de EE. UU., el distrito carece de autonomía local. Su presupuesto y las leyes locales, a diferencia de las de los estados, están sujetos a la aprobación del Congreso. Sus residentes pagan impuestos federales pero no pueden enviar un representante al Congreso para emitir votos en su nombre. Esto ha llevado a los locales a acuñar la expresión "tributación, sin representación", una especie de silencioso grito de guerra que puede verse en muchas matrículas de la zona.
"Estados Unidos es el único país que niega a los residentes de su ciudad capital los mismos derechos que tienen todos los demás", dijo a la Voz de América Eleanor Holmes Norton, delegada sin derecho a voto del distrito ante la Cámara de Representantes de Estados Unidos, en una entrevista a principios de este mes.
Norton ha defendido la estadidad durante tres décadas. En 1993, presentó un proyecto de ley que, a pesar de suscitar el primer debate en el Congreso sobre el tema, fue rotundamente derrotado 277-153.
Pero ella y algunos otros líderes de distrito y simpatizantes que buscan la soberanía y la autonomía del Distrito de Columbia sostienen que están más cerca que nunca de conseguirla.
"Nunca hemos visto la oleada de apoyo público a la estadidad que estamos viendo ahora", dijo el historiador Chris Myers Asch, autor de 'Ciudad Chocolate: Una Historia de Raza y Democracia en la Capital de la Nación', en declaraciones a la revista The Washington Post Magazine.
Nunca hemos visto la oleada de apoyo público a la estadidad que estamos viendo ahora"
Chris Myers Asch, historiador
Norton presentó una legislación, aprobada por la Cámara el año pasado, que reduciría el distrito federal a 5,1 kilómetros cuadrados, incluido el Capitolio, la Casa Blanca y otros importantes edificios y monumentos gubernamentales. Los 171 kilómetros cuadrados restantes se convertirían en el nuevo estado.
La legislación se reintrodujo en enero con un apoyo renovado. “Lo importante es que tenemos el apoyo del nuevo presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, así como el apoyo de los líderes del Senado y de la Cámara”, dijo Holmes. "Esa es una trifecta que es difícil de superar".
Resistencia republicana
La barrera más grande es la oposición republicana en el Congreso y más allá.
Los votantes en el distrito -compuestos principalmente de minorías raciales- apoyan abrumadoramente a los demócratas. En noviembre pasado, el 95% votó por Biden frente al expresidente Donald Trump. Los republicanos no quieren ver dos demócratas más en un Senado ahora dividido equitativamente en 50 escaños para cada uno, con la vicepresidenta Kamala Harris, una demócrata, capaz de emitir un voto de desempate.
En la Cámara, el congresista republicano Dusty Johnson dijo que cree que los habitantes de Washington DC merecen representación, pero no en la forma de un nuevo estado propio. Con su legislación propuesta, la mayor parte del distrito se convertiría en parte del estado vecino de Maryland sin agregar escaños en la Cámara o el Senado.
“Si lo que los residentes de DC realmente quieren es el sufragio, si lo que quieren es una voz en el Senado de Estados Unidos, mi plan les da eso”, dijo Johnson.
“En los últimos 200 años, cada estado que se ha convertido en estado ha tenido 6 millones de residentes o ha tenido 10,000 millas cuadradas (casi 26,000 kilómetros cuadrados) de tamaño, Washington, DC, no pasa ambas pruebas", señaló.
Johnson representa a Dakota del Sur, un estado del medio oeste con poco menos de 900.000 habitantes en sus casi 200.000 kilómetros cuadrados.
Unirse a otro estado simplemente no es aceptable para el farmacéutico de Washington, Adeoye 'Oye' Owowela.
“No queremos ser residentes de Maryland. Queremos ser residentes de DC”, dijo a la VOA. “También queremos tener nuestra propia voz. Queremos ser el estado número 51, no ser absorbidos por otro”.
Los votantes de DC eligieron a Owowela el otoño pasado como delegado de respaldo en la Cámara de Representantes. Nació en Estados Unidos de padres nigerianos, donde los residentes de la región de la capital federal tienen representantes legislativos con derecho a voto.
Buscando un amplio apoyo
Al igual que Owowela, el abogado Paul Strauss forma parte de la Comisión de Estado de Nueva Columbia. Se ha desempeñado como uno de los dos senadores "en la sombra" electos del Distrito, también, sin derecho a voto, desde 1997.
Quiere "educar tanto a los estadounidenses como al mundo sobre la importancia de la condición de Estado de DC y asegurarse de que Estados Unidos esté a la altura de los ideales que predica en todo el mundo ".
Strauss y sus colegas de la comisión, junto con grupos de defensa de la estadidad están haciendo campaña para obtener apoyo en todo Estados Unidos. También han buscado respaldo internacional.
"Puede haber algunos recursos en el derecho internacional que podrían obligar a Estados Unidos a otorgar el sufragio", dijo Strauss.
Puede haber algunos recursos en el derecho internacional que podrían obligar a Estados Unidos a otorgar el sufragio"
Paul Strauss, miembro de la Comisión de Estado de Nueva Columbia
El Consejo de Derechos Humanos de la ONU ha expresado su preocupación por la denegación de los derechos de voto en DC. Strauss dijo que los activistas de la estadidad han buscado otro apoyo en el extranjero.
“Incluso hemos hecho un llamamiento a los vecinos de la Unión Europea para que trabajen con sus aliados aquí en Estados Unidos para ayudar a llevar la igualdad a todos los estadounidenses que viven aquí”, agregó.
El Comité de Supervisión y Reforma de la Cámara de Representantes programó una audiencia para el 22 de marzo sobre el proyecto de ley de Norton. Un proyecto de ley complementario se presentó en el Senado en enero.
Pero a menos que el Senado acepte poner fin al obstruccionismo, una medida que requiere al menos 60 votos en lugar de una mayoría simple de 51, es poco probable que la legislación avance.