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Una investidura sin multitudes, pero no exenta de ilusión


El Campo de las Banderas parece custodiar al Monumento a Washington, el 20 de enero de 2021, día de la toma de posesión de Joe Biden como presidente de Estados Unidos.
El Campo de las Banderas parece custodiar al Monumento a Washington, el 20 de enero de 2021, día de la toma de posesión de Joe Biden como presidente de Estados Unidos.

A pesar de las restricciones por la pandemia y por motivos de seguridad, algunos estadounidenses tratan de mantener vivo el espíritu de la ceremonia de investidura. Mercadotecnia y roces se entremezclan con la ilusión en las calles de la capital.

Mike Thomas llegó a la plaza frente a Union Station, la estación central de Washington D.C., a las 11:20 de la mañana. Un puñado de personas, protegidas del frío -con guantes- y del COVID-19 -con tapabocas-, estaban ya sentadas frente a una pantalla gigante.

Hace cuatro años, Thomas vendió casi toda las chapas conmemorativas de la toma de posesión de Donald Trump. Este año, con la ciudad militarizada después del ataque al Capitolio, además de las restricciones por la pandemia, si acaba vendiendo la mitad de su mercancía, será un milagro. La toma de posesión de Joe Biden es la cuarta a la que asiste y la primera en la que no se congrega una multitud.

Sentada en una fuente que adorna la plaza frente a la estación, Felicia, de 39 años, sostenía una foto de Kamala Harris, la ahora vicepresidenta de Estados Unidos y la primera mujer afroestadounidense -y de ascendencia asiática- en ocupar este cargo.

“Se siente increíble”, comentó a la Voz de América. “Ella es mi hermana de sororidad”, la Alpha Kappa Alpha, la primera hermandad universitaria afroestadounidense. En honor a la exsenadora, Felicia lleva un collar de perlas y una camisa rosa, los símbolos de dicha fraternidad.

Al lado de Felicia, Rachel Brian y su madre, miraron expectantes a la pantalla donde se proyectó la juramentación de Biden. Vinieron desde Texas, un estado donde el Partido Republicano ha ganado todas las elecciones presidenciales desde 1980.

Brian no votó por Biden en las elecciones primarias del Partido Demócrata, pero dijo que, al final del día, su campaña y su plataforma luchan por la gente que ella lucha. “Black Lives Matter [las vidas negras importan], la comunidad LGBT, la gente de color, las minorías. Y siento que Trump no lo hizo”, contó a la VOA.

Es difícil ver a gente en mi familia que apoya a Trump"
Rachel Brian, asistente

Lo que más le sorprendió de Washington, aseguró, además de la cantidad de militares y la seguridad para la inauguración, es que las personas usan tapabocas. La mayor parte de la gente en su ciudad, explicó, es republicana y seguidores fervientes del expresidente Donald Trump.

“Es difícil ver a gente en mi familia que apoya a Trump (…), no entiendo como no pueden apoyar los derechos humanos básicos. Creo que es el principal problema con la división en este país, tratar de amar a las personas a pesar de sus opiniones diferentes”, expresó.

La contraparte

A menos de 500 metros de donde estaba Brian, se extiende una valla de metal de dos metros de altura, delimitando el perímetro de seguridad alrededor del edificio del congreso, el la Explanada Nacional y gran parte del centro de la ciudad.

Frente a la valla, un grupo de diez personas, portando carteles con mensajes en contra del aborto gritaban a través de un par de megáfonos, pidiendo a las transeúntes que se “arrepintieran”. Algunos de ellos se acercaron a discutir con ellos, en una especie de foto instantánea que refleja la división política que hereda el presidente Joe Biden.

“Agradece a tu papá por no ser un homo[sexual]”, le dijo uno de ellos a un transeúnte. “Eres muy estúpido”, respondió el hombre.

Jorge Piña, nativo de D.C., cargaba una pancarta con el mensaje “Jesús Salva" en inglés. Este hombre, de origen mexicano, dijo haber estado presente en las tres últimas tomas de posesión y también el día del asalto al Capitolio, cuando Trump habló a su base con la Casa Blanca al fondo.

“No voté por Biden y no estoy de acuerdo con sus ideas, especialmente las que son contrarias a lo que dice la Biblia. Por ejemplo, nombró a una persona transgénero al Departamento de Salud”, explicó Piña a la VOA.

En efecto, Rachel Levine, nominada por Biden para el Departamento de Salud y Servicios Humanos, sería la primera mujer transgénero en ocupar un cargo federal, de ser confirmada por el Senado.

Piña dijo que seguirá expresando su oposición al gobierno demócrata, señalando que en EE.UU. está protegida la libertad de expresión, “aunque las redes sociales intentan controlar” lo que se está diciendo.

“Son compañías privadas y pueden hacer lo que quieran, pero no deben decir que creen en la libertad de expresión cuando no lo hacen”, agregó el hispano, quien aseguró a la VOA que él mismo se ha visto restringido en Facebook por expresar sus “opiniones”.

Una nueva era

Cuatro calles más abajo de Union Station, sobre la avenida New Jersey que lleva al Capitolio, Carlos Soto observaba los miembros de la Guardia Nacional que, junto a dos tanques color beige, bloqueaban la avenida.

Soto vestía una bufanda con los colores de la bandera del orgullo gay y su tapabocas estaba adornado con un mensaje en el que se leía, en letras brillantes, “Señora Vicepresidenta”. Los gritos de los manifestantes anti-aborto se escuchaban desde la el otro lado de la calle.

Carlos Soto, fue voluntario durante la campaña demócrata en Texas y Georgia. “Como un hombre latino y gay siento que ha llegado una nueva era”, dijo a la VOA.
Carlos Soto, fue voluntario durante la campaña demócrata en Texas y Georgia. “Como un hombre latino y gay siento que ha llegado una nueva era”, dijo a la VOA.

“Como hombre gay y latino, creo que se abre una nueva era”, contó a la VOA. Soto vino desde San Antonio, Texas, para la toma de posesión y ha colaborado como voluntario en las campañas demócratas en el sur de EE.UU.

“Superamos muchas barreras en el 2016 [el año en el que ganó Trump] y luchamos contra el racismo, contra el odio. Vamos a tener que hacer mucho trabajo ahora”, aseguró.

A su lado, varios de los agentes de la Guardia Nacional cargaban fusiles M-16. Más de 20.000 reservistas fueron desplegados en Washington D.C. para reforzar la seguridad en la capital, después del asalto al Congreso y ante varias amenazas de más violencia en la ciudad.

El maestro sargento de la guardia, George Roach, se enteró del asalto por sus hijos, que lo llamaron a la sala de su casa para que viera en la televisión lo que estaba pasando el Capitolio.

Le preocupó, según contó , el mensaje que los eventos violentos pudieran enviar a sus hijos. “Tuve que asegurarles que si me llamaban, haría lo mejor como su padre, su modelo a seguir, para corregir cualquiera de los errores que se hicieron acá”, aseguró.

Como miembro de las Fuerzas Armadas, Roach estuvo sirviendo en Afganistán, en Iraq, en Kirguistán y en media docena más de países donde la presencia estadounidense ha sido solicitada. También participó en operaciones domésticas, como respuestas a desastres naturales.

“Al final del día los guardias no tenemos opiniones, seguimos las órdenes, el mensaje que queremos es dejar al público saber que estamos aquí para asegurarnos de que todo sea pacifico”, aseguró.

Mientras comenzaban a caer unos pocos copos de nieve, por la avenida Massachusetts se escuchaban los gritos de celebración de una pareja que pasaba en dirección al Capitolio —o lo más cerca que pudieran acercarse, para ser testigos de la histórica transición de poder presidencial en Estados Unidos.

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