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Analistas sostienen que Trump fomenta el "caudillismo" en América Latina


El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, regala a su homólogo estadounidense, Donald Trump, una camiseta de la 'canarinha' con su nombre a la espalda durante el encuentro que ambos mandatarios mantuvieron en la Casa Blanca el 19 de marzo de 2019.
El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, regala a su homólogo estadounidense, Donald Trump, una camiseta de la 'canarinha' con su nombre a la espalda durante el encuentro que ambos mandatarios mantuvieron en la Casa Blanca el 19 de marzo de 2019.

Analistas invitados por la Oficina de Washington para América Latina criticaron, además, la política de sanciones de Estados Unidos debido a su impacto en la población. El gobierno estadounidense ha recalcado en diversas ocasiones que la gran mayoría de sus sanciones están dirigidas contra individuos específicos para así evitar su impacto en la población "inocente".

Un panel de analistas, invitados por la Oficina de Washington para América Latina, (WOLA, por sus siglas en inglés), sostuvo que la figura del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha servido para envalentonar a algunos de los líderes de la región, lo que ha generado "una especie de caudillismo" en diversos países del continente.

“En Estados Unidos y América Latina se está dando una especie de caudillismo con líderes que están queriendo sobreponerse a la ley y poniendo a las personas en contra de la institucionalidad, y de cómo esto envalentona a otros líderes de América Latina que ven en Trump un ejemplo a seguir y por eso actúan de manera”, opinó Gimena Sánchez, quien ejerció de moderadora de la WOLA durante el evento, celebrado el míercoles.

El argumento de los especialistas se basa en las acciones de algunos presidentes de la región que han forjado una base popular de apoyo considerable en torno a su figura y se han valido de ello para tomar decisiones que han generado graves retrocesos tanto en la gestión democrática como en la protección de derechos humanos y civiles.

Otra característica de estos líderes, coincidieron los expertos, es que se han declarado abiertamente aliados de Estados Unidos, país con el que han fortalecido sus alianzas. Este ha sido el caso, dijeron, de Colombia, Honduras, El Salvador y Brasil, cuyos presidentes han también hecho pública su admiración por Trump.

"Jair Bolsonaro ha demostrado que es un seguidor de Trump al incluso comentar en televisión pública y en sus transmisiones de Facebook live sobre las decisiones que toma Trump de cosas de Estados Unidos", dijo Camila Asano, directora de programas de la organización brasileña Conectas Direitos Humanos.

Agregó también que las decisiones del mandatario brasileño en lo que respecta al manejo de la pandemia, fueron similares a las que que se tomaron en un principio en Washington, como el no querer cerrar las economías estableciendo cuarentenas o restricciones, o el restar gravedad a la pandemia.

Según Asano, estas acciones del presidente Bolsonaro han contribuido a que Brasil sea ahora el epicentro de la pandemia en Latinoamérica, con más de dos millones de casos confirmados, y llevaron al mandatario a exponerse a la COVID-19.

Por su parte, Noah Bullock, director ejecutivo de Cristosal, una organización salvadoreña no gubernamental que defiende los derechos humanos en la región centroamericana, cree que la mirada pasiva de Estados Unidos ante las recientes acciones del presidente Nayib Bukele, de alguna manera, ha servido para avalar la actuación del mandatario.

"Bukele se ha presentado como la única alternativa a la política tradicional, y eso le ha generado una popularidad notable y se debe a que la gente no encuentra algo diferente en la política, pero eso no significa que sea lo mejor para el país", aseguró Bullock, quien además reflexionó sobre lo que pasaría ante la posibilidad de un cambio en la presidencia de EE.UU. después de las elecciones del próximo mes de noviembre.

"Creo que Washington y Bukele tendrían que renegociar su alianza y eso serviría de oportunidad para que Estados Unidos establezca criterios muy claros para la cooperación con El Salvador. Si EE.UU. desea percibirse como una potencia en el mundo, cuyos intereses están atados a un sistema basado en reglas, pues necesita establecerlas con los aliados, por más pequeños que sean", agregó el analista.

La política de EE.UU. y las sanciones a Venezuela

Con respecto a la política de Estados Unidos hacia Venezuela, los analistas piensan que la aplicación de sanciones no ha logrado su objetivo principal, que es, sacar al presidente en disputa Nicolás Maduro del poder, al contrario, dicen, han profundizado la crisis económica y política, y han fortalecido su imagen.

"La idea detrás de las sanciones ha sido la de afectar a Maduro y su gobierno, pero se ha visto que en realidad no ha sido así, esto ha conllevado a una crisis de migración debido que las personas no tienen lo que necesitan y consecuentemente, el gobierno de Maduro se ha visto fortalecido", opinó David Smilde, analista de WOLA especializado en temas de Venezuela.

Sin embargo, la administración Trump ha insistido en reiteradas ocasiones en que sus sanciones han estado dirigidas, principalmente, contra individuos específicos con el objetivo de no penalizar al pueblo.

"Estas nuevas sanciones no apuntan al pueblo inocente de Venezuela y no impedirán el suministro de ayuda humanitaria, incluidos medicamentos y equipos médicos, tan desesperadamente necesarios después de años de destrucción económica bajo el mandato de Maduro", sostuvo el secretario de Estado de EE.UU., Mike Pompeo, al anunciar sanciones contra la petrolera estatal PDVSA, el año pasado.

Smilde, no obstante, sostuvo este miércoles que la figura de Maduro, se ha visto fortalecida, al poder culpar a las sanciones de la crisis económica.

Pero el gobierno de Estados Unidos ha recalcado en repetidas ocasiones que las sanciones y todas las acciones dirigidas contra el presidente en disputa, Nicolás Maduro, así como a sus aliados cercanos, son efectivas y reducen el círculo de poder del mandatario venezolano.

Finalmente, los especialistas concordaron en que es necesario un cambio en la política exterior estadounidense, una que se centre en el fortalecimiento de la institucionalidad, la democracia y el respeto a las leyes, y no en figuras o movimientos políticos específicos.

Esto serviría, dijeron, para evitar que se repitan acciones del pasado que llevaron a América Latina a ser una región que vivió conflictos que atrasaron su progreso por ser gobernada por caudillos y no por leyes democráticas.

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