La reforma migratoria en Estados Unidos ha vuelto a conseguir tracción apenas tres días después de la reelección del presidente Barack Obama y de conocerse los datos derivados de la misma, que cada vez más subrayan la importancia del voto hispano.
Más significativo es que la primera señal haya venido del lado republicano, que se había opuesto a tratar el tema, y específicamente del líder de esa bancada en la cámara baja John Boehner, quien expresó el jueves su disposición a que el próximo Congreso aborde el debate para una reforma legislativa.
"Este tema ha rondado por demasiado tiempo", dijo Boehner durante una entrevista concedida al programa World News de la televisora ABC. "Un enfoque integral debió hacerse hace tiempo, y confío en que el presidente, yo mismo, y otros podemos hallar consenso para arreglar este problema de una vez por todas".
Las declaraciones de Boehner fueron calificadas como "un avance significativo” por el senador demócrata Charles Schumer, que preside el subcomité de inmigración. "Los demócratas en el Senado esperan trabajar con él para llegar a una solución bipartidista".
Pero los demócratas y el presidente también están bajo la presión del electorado. Con el fondo de los gritos de "Obama, ¿nos escuchas? Congreso ¿Nos escuchas? ¡Dejen de perder el tiempo y háganlo ya!", inmigrantes y activistas, animados por la relección de Obama, exhortaron al mandatario demócrata y al Congreso a negociar inmediatamente una reforma legislativa que resuelva la situación de once millones de inmigrantes indocumentados.
El director de Casa de Maryland, Gustavo Torres, fue uno de los que gritó a Obama a las afueras del palacio presidencial: "Lo reelegimos a usted porque sabemos que puede marcar la diferencia. Llegó el momento de la reforma migratoria".
En una conferencia telefónica separada, los dirigentes de una organización que agrupa a Dreamers en todo el país anunciaron que durante las próximas semanas se acercarán a legisladores de ambos partidos para intentar convencerlos de negociar cuanto antes una reforma legislativa.
De igual manera, en Miami, medio centenar de personas realizó una ruidosa manifestación callejera frente a las oficinas del senador demócrata Bill Nelson para pedirle al legislador y a Obama que escuchen sus voces y reformen las leyes de inmigración y frenen las deportaciones.
Portando grandes carteles que decían "Trabajo y no reportes", "Felicidades por la reelección, no más niños sin padres" e "hicimos nuestra parte, haga usted la suya", los manifestantes permanecieron cerca de una hora en la acera.
Obama ha acusado reiteradamente a los congresistas republicanos de obstruir no solamente una potencial reforma migratoria, sino otras iniciativas fiscales y económicas.
El déficit fiscal es la prioridad inmediata para Obama y los dos partidos en el Congreso, subrayada por la drástica caída que sufrió Wall Street por temores de que los dos partidos sean incapaces de llegar a un acuerdo antes del 1 de enero.
Si las negociaciones bipartidistas en el frente fiscal son exitosas, pudieran servir a crear un ambiente favorable para comenzar a negociar una reforma migratoria.
Más significativo es que la primera señal haya venido del lado republicano, que se había opuesto a tratar el tema, y específicamente del líder de esa bancada en la cámara baja John Boehner, quien expresó el jueves su disposición a que el próximo Congreso aborde el debate para una reforma legislativa.
"Este tema ha rondado por demasiado tiempo", dijo Boehner durante una entrevista concedida al programa World News de la televisora ABC. "Un enfoque integral debió hacerse hace tiempo, y confío en que el presidente, yo mismo, y otros podemos hallar consenso para arreglar este problema de una vez por todas".
Las declaraciones de Boehner fueron calificadas como "un avance significativo” por el senador demócrata Charles Schumer, que preside el subcomité de inmigración. "Los demócratas en el Senado esperan trabajar con él para llegar a una solución bipartidista".
Pero los demócratas y el presidente también están bajo la presión del electorado. Con el fondo de los gritos de "Obama, ¿nos escuchas? Congreso ¿Nos escuchas? ¡Dejen de perder el tiempo y háganlo ya!", inmigrantes y activistas, animados por la relección de Obama, exhortaron al mandatario demócrata y al Congreso a negociar inmediatamente una reforma legislativa que resuelva la situación de once millones de inmigrantes indocumentados.
El director de Casa de Maryland, Gustavo Torres, fue uno de los que gritó a Obama a las afueras del palacio presidencial: "Lo reelegimos a usted porque sabemos que puede marcar la diferencia. Llegó el momento de la reforma migratoria".
En una conferencia telefónica separada, los dirigentes de una organización que agrupa a Dreamers en todo el país anunciaron que durante las próximas semanas se acercarán a legisladores de ambos partidos para intentar convencerlos de negociar cuanto antes una reforma legislativa.
De igual manera, en Miami, medio centenar de personas realizó una ruidosa manifestación callejera frente a las oficinas del senador demócrata Bill Nelson para pedirle al legislador y a Obama que escuchen sus voces y reformen las leyes de inmigración y frenen las deportaciones.
Portando grandes carteles que decían "Trabajo y no reportes", "Felicidades por la reelección, no más niños sin padres" e "hicimos nuestra parte, haga usted la suya", los manifestantes permanecieron cerca de una hora en la acera.
Obama ha acusado reiteradamente a los congresistas republicanos de obstruir no solamente una potencial reforma migratoria, sino otras iniciativas fiscales y económicas.
El déficit fiscal es la prioridad inmediata para Obama y los dos partidos en el Congreso, subrayada por la drástica caída que sufrió Wall Street por temores de que los dos partidos sean incapaces de llegar a un acuerdo antes del 1 de enero.
Si las negociaciones bipartidistas en el frente fiscal son exitosas, pudieran servir a crear un ambiente favorable para comenzar a negociar una reforma migratoria.