La mayoría de los estadounidenses decidieron renovar este martes la confianza en el presidente Barack Obama para que los continúe guiando por los próximos cuatro años, obteniendo un resultado cómodo solo en los votos electorales, aunque volvió a dejar en evidencia la división ideológica del electorado.
El presidente triunfó en la mayoría de los estados clave con lo que virtualmente ganó la elección, pero muchos de esos resultados fueron por márgenes estrechos.
De hecho, el voto popular se dividió casi de manera equitativa, obteniendo ambos candidatos el 49% de la votación nacional, equivalente a un poco más de 49,5 millones de votos por bando, con el 75% de los votos escrutados.
El suspenso se despejó hacia las 11 de la noche (04H15 GMT), cuando las televisoras le dieron el triunfo a Obama en la gran mayoría de estados clave.
Viendo en retrospectiva, la estrategia republicana intentó hacer de la elección un referéndum sobre el gobierno de Obama –duramente golpeado por casi cuatro años de crisis económica, anémico crecimiento y un alto índice de desempleo–, mientras que los demócratas trataron de poner en la balanza las capacidades de liderazgo y la experiencia del presidente por encima de Romney para hacerse cargo de la recuperación económica, el final en las guerras en Afganistán e Irak y las reformas de salud y migratoria.
Al final, la elección parece haber sido una mezcla de ambas ideas, en la que los electores, aun sabiendo las limitaciones del presidente Obama, decidieron darle, cuando menos, el beneficio de la duda.
Aunque todavía es temprano para tener un panorama completo de los factores que incidieron en el triunfo demócrata, las preferencias de los hispanos, las mujeres, los afroestadounidenses y los activistas gay estuvieron abrumadoramente a favor de presidente.
Romney parecía haberse sobrepuesto a una serie de errores en la estrategia y durante la ejecución de la misma, con los que sembró dudas sobre sus verdaderas ideas además de que permitió durante mucho tiempo que fueran los demócratas quienes lo definieran políticamente en una andanada de comerciales negativos que lo presentaron como un candidato inconsistente, protector de los ricos, insensible a los problemas de la clase media y desconectado con la realidad.
Sus extraordinarias intervenciones en el primer y segundo debate mejoraron su imagen y sus posibilidades de ganar, pero al final se quedó corto en su segundo y probablemente último intento por llegar a la presidencia de Estados Unidos. Romney tiene 65 años.
Obama, quien hizo historia en 2008 al ser electo como primer presidente negro del país pidió a los estadounidenses cuatro años más para acabar de dejar atrás la crisis económica, llevar a feliz término su reforma de los servicios de salud y retirar las tropas de Afganistán para 2014.
La agotadora campaña que le reabrió las puertas de la Casa Blanca, considerada como la más costosa en la historia del país, mantuvo movilizados a los candidatos hasta el último minuto.
La tónica de los comicios la marcaron los primeros resultados del sufragio reportados en el país, desde el pequeño poblado de Dixville Notch, en New Hampshire, con sólo 10 electores (dos demócratas, tres republicanos y cinco independientes) La mitad votaron por Romney y la otra mitad por Obama.
Entre los primeros grandes retos que aguardan al nuevo presidente está la necesidad de lograr un acuerdo bipartidista sobre la reducción a largo plazo de la deuda nacional o de lo contrario la incertidumbre sobre el futuro de la ecuación impuestos-gastos gubernamentales mantendrá estancados los negocios por tiempo indefinido.
Obama aseguró que si era reelecto, los republicanos no tendrían más remedio que pactar con él acuerdos de gran alcance sobre la deuda y la reforma fiscal. Ahora está por ver si lo consigue.
El presidente triunfó en la mayoría de los estados clave con lo que virtualmente ganó la elección, pero muchos de esos resultados fueron por márgenes estrechos.
De hecho, el voto popular se dividió casi de manera equitativa, obteniendo ambos candidatos el 49% de la votación nacional, equivalente a un poco más de 49,5 millones de votos por bando, con el 75% de los votos escrutados.
El suspenso se despejó hacia las 11 de la noche (04H15 GMT), cuando las televisoras le dieron el triunfo a Obama en la gran mayoría de estados clave.
"Esto sucedió gracias a ustedes. Gracias", tuiteó Obama inmediatamente.
Romney llamó al presidente Obama a eso de las 12:30 para felicitarlo, según reportaron las cadenas de televisión.
Viendo en retrospectiva, la estrategia republicana intentó hacer de la elección un referéndum sobre el gobierno de Obama –duramente golpeado por casi cuatro años de crisis económica, anémico crecimiento y un alto índice de desempleo–, mientras que los demócratas trataron de poner en la balanza las capacidades de liderazgo y la experiencia del presidente por encima de Romney para hacerse cargo de la recuperación económica, el final en las guerras en Afganistán e Irak y las reformas de salud y migratoria.
Al final, la elección parece haber sido una mezcla de ambas ideas, en la que los electores, aun sabiendo las limitaciones del presidente Obama, decidieron darle, cuando menos, el beneficio de la duda.
Aunque todavía es temprano para tener un panorama completo de los factores que incidieron en el triunfo demócrata, las preferencias de los hispanos, las mujeres, los afroestadounidenses y los activistas gay estuvieron abrumadoramente a favor de presidente.
Romney parecía haberse sobrepuesto a una serie de errores en la estrategia y durante la ejecución de la misma, con los que sembró dudas sobre sus verdaderas ideas además de que permitió durante mucho tiempo que fueran los demócratas quienes lo definieran políticamente en una andanada de comerciales negativos que lo presentaron como un candidato inconsistente, protector de los ricos, insensible a los problemas de la clase media y desconectado con la realidad.
Sus extraordinarias intervenciones en el primer y segundo debate mejoraron su imagen y sus posibilidades de ganar, pero al final se quedó corto en su segundo y probablemente último intento por llegar a la presidencia de Estados Unidos. Romney tiene 65 años.
Obama, quien hizo historia en 2008 al ser electo como primer presidente negro del país pidió a los estadounidenses cuatro años más para acabar de dejar atrás la crisis económica, llevar a feliz término su reforma de los servicios de salud y retirar las tropas de Afganistán para 2014.
La agotadora campaña que le reabrió las puertas de la Casa Blanca, considerada como la más costosa en la historia del país, mantuvo movilizados a los candidatos hasta el último minuto.
La tónica de los comicios la marcaron los primeros resultados del sufragio reportados en el país, desde el pequeño poblado de Dixville Notch, en New Hampshire, con sólo 10 electores (dos demócratas, tres republicanos y cinco independientes) La mitad votaron por Romney y la otra mitad por Obama.
Entre los primeros grandes retos que aguardan al nuevo presidente está la necesidad de lograr un acuerdo bipartidista sobre la reducción a largo plazo de la deuda nacional o de lo contrario la incertidumbre sobre el futuro de la ecuación impuestos-gastos gubernamentales mantendrá estancados los negocios por tiempo indefinido.
Obama aseguró que si era reelecto, los republicanos no tendrían más remedio que pactar con él acuerdos de gran alcance sobre la deuda y la reforma fiscal. Ahora está por ver si lo consigue.