En la unidad educativa Perú de Lacroix, en Lídice, al oeste de Caracas, los estudiantes no asisten a clases todos los días por la falta de maestros de materias como Inglés y Química.
Este panorama se repite en casi todas las instituciones públicas de la capital, y es un reflejo de la crisis del sistema de Educación en Venezuela, y que ha llevado a buscar estrategias que permitan la continuidad de las clases en la medida de lo posible.
Entre las dificultades que enfrenta el sector están los bajos salarios de los educadores, lo que ha provocado un éxodo hacia otros sectores. Algunos se han visto obligados a tener más de un empleo, incluso fuera del sector, para poder llegar a fin de mes.
Fallas eléctricas y escasez de agua son otros de los problemas que han impactado a la educación en los últimos años, sobre todo en sitios del interior del país.
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Un docente en Venezuela percibe salarios que rondan entre los 10 y 18 dólares mensuales, insuficiente para adquirir la canasta básica, que en marzo alcanzó los 510,88 dólares, según el Centro de Documentación y Análisis Social de la Federación Venezolana de Maestros (Cendas-FVM).
Esto quiere decir que son necesarios al menos 16 salarios mínimos para que un maestro pueda comprar la canasta básica.
Esta situación, aunada a la fallas de los servicios públicos y el deterioro de la infraestructura escolar, ha generado una crisis en el sector educativo en los últimos cinco años que ha impactado negativamente el cumplimiento del calendario escolar y la calidad de vida de los docentes.
Horarios mosaico para enfrentar la crisis
Entre las estrategias para hacer frente a la crisis del sector está la implementación de los horarios mosaico u horarios de emergencia, como algunos docentes prefieren llamarlo.
El sistema estipula que los maestros dicten clases solo dos días de la semana para que el resto puedan hacer otras actividades que les permitan generar más ingresos económicos.
En el interior del país, donde las fallas eléctricas y poca agua han hecho que estos horarios se apliquen desde el 2018, sin embargo, en los últimos tiempos se han debido extender en Caracas, tanto por la falta de docentes como por el pobre acceso a servicios básicos.
“El horario mosaico fue generado por los propios maestros de cara a la situación que tenemos en el país. Es imposible que un trabajador que devengue entre 8 y 15 dólares mensuales pueda movilizarse todos los días a sus centros de trabajo, por eso establecimos un plan de ir entre dos o tres veces por semana. Eso se hace en Caracas, Miranda, Carabobo y otros estados del país”, explicó Gricelda Sánchez, docente y presidenta de la Formación de Dirigentes Sindicales (Fordisi).
Sánchez reconoce que este método no es viable a largo plazo porque afecta el proceso de aprendizaje de los alumnos. “Lo hicimos por la falta de salario pero lo correcto es que ese método se modifique. Más del 80 % de las escuelas de Caracas trabajan con ese horario”, agregó.
A juicio de la dirigente, el gobierno venezolano decidió no buscar soluciones para erradicar este tipo de horarios, y en su lugar “lo asumió como un plan de contingencia por las protestas del gremio”.
No es clara la posición del gobierno de Nicolás Maduro respecto a estas estrategias, dado que el Ministerio de Educación no se ha pronunciado ni ha emitido un comunicado oficial al respecto.
Raquel Figueroa, coordinadora de la Unidad Democrática del Sector Educativo (UDSE), niega que la implementación de estos horarios se haya dado por las protestas por mejoras salariales de los últimos meses y reitera que es una práctica que data de 2018.
“Decir que el horario mosaico se usa porque los docentes protestan es una política que viene por parte del gobierno para poder justificar que la crisis la genera la protesta y no la falta de atención del Estado frente a su responsabilidad”, dijo en entrevista con la VOA.
Agrupar materias
En lugar de los horarios mosaicos, la red de escuelas de Fe y Alegría ha ideado otras estrategias para continuar cumpliendo con el calendario escolar.
Yameli Martínez, coordinadora del Programa de Ciudadanía e integrante del Programa Escuelas del Movimiento de Educación Popular y Promoción Social Fe y Alegría, comenta que mensualmente sostienen reuniones con los directores de zona para ajustar los horarios de clase según lo demanda la situación.
“A principios de año nos reunimos con los directores y giramos instrucciones para que los horarios fueran compactos y no queden horas intermedias libres, además que haya atención presencial los cinco días a la semana y que se completen todas las áreas de formación. Hemos tratado, en la medida de lo posible, estar el mayor tiempo posible con los estudiantes”, señaló.
A juicio de Martínez, la implementación de horarios mosaico no es recomendable en el sistema escolar ya que deja mucho tiempo de ocio a los adolescentes, lo que los puede llevar a interesarse por actividades “indebidas”.
“Los muchachos deben tener sus horarios escolares ocupados y el gobierno tiene el deber de garantizar esto”, dijo.
Otro método que emplea la red de escuelas es agrupar las materias por áreas de conocimiento, es decir, un profesor de química ahora también imparte clases de matemáticas y física, lo que le ha permitido tener docentes disponibles para todos las materias y que no haya espacios libres en el horario de clases.
Para evitar la renuncia de maestros, Fe y Alegría presentó una campaña de sostenibilidad que ha permitido que los educadores reciban un aporte mensual por parte de las familias del alumnado.
“Este bono no es mucho, pero compensa de alguna manera el bajo salario que el docente tiene. Eso nos ha ayudado a que el nivel de renuncia se haya minimizado un poco y bueno, así como van saliendo, también se incorporan otros docentes, los vamos agregando en otras áreas, los vamos formando. Esta estrategia nos está funcionando”, sostuvo Martínez.
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