En medio de una ola de calor, con temperaturas récord, la escasez de gasolina sigue generando dificultades y horas de espera en las estaciones de servicio de toda la Argentina, especialmente en la Capítal Federal y el Gran Buenos Aires.
La llegada de fin de año, el inicio de las vacaciones de verano y la falta de previsión del gobierno y de las compañías petroleras han generado un panorama muy complejo.
Las empresas distribuidoras de gasolina como Repsol YPF, Shell, Esso y Petrobras aplican planes de emergencia para intentar normalizar el suministro en medio de nervios, protestas y rumores de desabastecimiento en una época de alto consumo.
La crisis se inició progresivamente a mediados de diciembre (2010), cuando el sindicato de trabajadores petroleros jerárquicos de las sureñas provincias de Tierra del Fuego, Sana Cruz y Chubut declararon una huelga general que se prolongó por espacio de dos semanas y recién el 21 de diciembre (2010) fue levantada.
Hoy en las calles de las grandes ciudades se ven filas de varias cuadras de automóviles que buscan encontrar combustibles.
A pesar de las declaraciones de los empresarios y del gobierno; la realidad es una: hoy la Argentina produce menos gasolina que hace 20 años. La cantidad de automóviles creció desproporcionadamente, pero la capacidad de refinación de las petroleras no acompaña esa tendencia.
Los datos del Instituto Argentino del Petróleo y Gas así lo confirman. En 1990 se producían 7.200.000 metros cúbicos de gasolina o nafta (como se le conoce en el Cono Sur). En 2010, la producción fue solo de 6.000.000 de metros cúbicos.
La falta de decisión política fue clave; advierten los especialistas, ya que el gobierno argentino planeaba obligar a las petroleras a aportar $2000 millones de dólares para construir una nueva refinería en la ciudad patagónica de Comodoro Rivadavia. El proyecto quedó en la nada, cuando las petroleras plantearon que preferían hacer cada una su propio plan de inversión. Plan que hasta ahora no se ha cumplido.