Una y otra vez los espejos del alargado camerino del Teatro Gala en Washington han reflejado la imagen de la actriz española Luz Nicolás sin maquillaje, pero estos testigos mudos también han comprobado el carácter que adquieren los personajes confiados a esta actriz inmigrante.
Nacida en Madrid, Luz confiesa que dejó por cosas del amor una plaza donde tenía fraguado un nombre en el mundo teatral, con montajes y giras nacionales de las compañías españolas con las que trabajaba. Desde que llegó a Estados Unidos ha trabajado de la mano de una docena de directores invitados a la plaza del repertorio teatral en español en la capital estadounidense.
"Las mujeres somos el inicio de la vida para comenzar. Todo empieza con nosotras, los seres humanos salen de las mujeres y no hay vida sin la feminidad, por lo que hay celebrar a las mujeres y apoyarlas a todas, en las diferentes circunstancias y abrazarlas en la niñez, juventud y madurez”, dijo esta actriz a la Voz de América a propósito del Día Internacional de la Mujer.
Cuando se alista para estrenar en marzo una nueva pieza y en medio de los ruidos que impone la contrucción de la próxima escenografía, Luz Nicolás accedió a conversar con la VOA sobre su vida en las tablas y la experiencia atesorada en una capital multicultural como es Washington.
“Esta ha sido la oportunidad de mi vida”, dice sobre su actual trabajo.
Entre los hechos que han transformado su quehacer lista, por ejemplo, el hecho de haber compartido la escena con actrices y actores de diferentes latitudes del continente en estos 13 años en Estados Unidos, donde ha cuatriplicado el número de funciones. Todo ello -afirma- junto a su condición de inmigrante, ha significado un cambio en su vida.
Sobre el teatro que hace en Washington dice que es una experiencia fugaz: “Nace, muere, nace muere”.
Se hace camino al andar
El trabajo de Luz Nicolás y otras actrices y actores hispanos tiene ya un lugar en la capital estadounidense, opina esta actriz. En 2016, la puesta en escena de "Yerma", de Federico García Lorca, ganó en seis categorías de los premios Helen Hayes, que entrega cada año la organización teatral en Washington.
Para la edición de este año ya ha sido nominada la obra "La Revoltosa", que se presentó en septiembre pasado en el Teatro Gala. Por eso, Luz es optimista y asegura que el teatro en español sigue ganando espacios.
Ella cree además que trabajar con visiones distintas de directores del continente americano y participar en piezas que demandan profundizar en aspectos de la cultura Latinoamericana le ha hecho estar en un constante aprendizaje.
“Luz Nicolás es una gran actriz del ámbito de Washington”, ha dicho a la VOA el director español José Luis Arellano, el primer ibérico en ganar el premio Helen Hayes como mejor director y que desde hace 10 años visita la capital de Estados Unidos para participar en la temporada teatral y Luz Nicolás siempre figura en su reparto.
Luz ha participado en obras de dramaturgos de México, Perú, Puerto Rico y otros países de la región. Recuerda el reto físico y actoral que le demandó en 2014 el montaje de “La señorita de Tacta”, del Premio Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa, debido a que su interpretación debía cruzar todas la etapas de la vida de un siglo de una mujer en escena.
“¿Qué aporto yo en esto?", se pregunta al conformar sus personajes esta actriz, al tiempo que explica "la pasión" como forma de entender esta disciplina del arte vivo y muy propia del ser español “que todo pa’fuera” y ese cúmulo de emociones a flor de piel enriquecen la escena teatral en Washington.
Migrante "privilegiada"
Cuando llegó a Washington en 2009, Luz Nicolás recuerda que encontró el Teatro Gala y desde ahí una red de conexiones con el mundo teatral en español y también en inglés en otras ciudades del país desde empezó a abrirse camino.
Al proceder de una familia de clase media madrileña, las expectativas y presiones para una carrera universitaria "formal" eran constantes, por lo que su formación inicial incluyó el inglés como segunda lengua en intercambios estudiantiles en Londres, Reino Unido.
Al acceder a la formación actoral en la Escuela de Arte Dramático -contra la voluntad de la familia- también proyectó que le vendrían bien unos cursos de actuación en inglés impartidos a finales de la década de 1990 por HB Studio en Manhattan, Nueva York, los que se costeó trabajando en una tienda de segunda mano lejos de Broadway pero sin despegar el pie de las tablas madrileñas.
Hoy compara su experiencia de migrante "priveligiada", con las de otras mujeres latinoamericanas que han dejado sus países bajo otras circustancias totalmente diferenes a la suya.
"En mi caso yo emigré por amor y otras razones, hay gente que se tiene que marchar a patadas y que se tiene que marchar dejándolo todo, eso es complemente diferente, es otro tipo de emigración, en mi caso culturalmente hablando, creo que cuando se puede emigrar y salir a otro país para trabajar y llevar su arte, tu corazón y amor a otros países, ganan los que te encuentran y ganas tu”, puntualiza.
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