Usted probablemente ha escuchado de entrenadores deportivos, entrenadores físicos, de voz, de música, de psiquiatría u otros especialistas que enseñan habilidades que nos ayudan a enfrentar la vida.
Sin embargo, últimamente ha crecido la oferta de profesionales que hacen un poquito de todo eso. Ella o él se hacen llamar “entrenador de vida”. Sus clientes son personas que están atravesando por una encrucijada en su vida, o empresas que quieren dar un impulso a ciertos empleados.
La idea de que la historia del éxito de una persona puede transformar la vida de otros data de 1930, con títulos de gran venta como el libro “Piense y hágase rico”. El famoso programa de desarrollo personal de Dale Carnegie “Cómo ganar amigos e influenciar personas” llegó algo después.
Esta nueva tendencia de entrenadores de vida incluye más que especialistas entusiastas o escritores. Son personas que usan su propia experiencia en los negocios, los deportes, el servicio militar, la terapia psicológica para ayudar a tomar decisiones críticas de la vida.
Frecuentemente, es fácil saber en qué dirección va su trabajo al leer su eslogan. Estos van desde “entrenamiento energético”, hasta “viviendo sin miedo”, o “trabajando felizmente”.
Dave Lakhani en Boise, Idaho, por ejemplo, trabaja con vendedores en lo que él llama “el mapa de ruta”. Lakhani dice que desarrollar una relación con un entrenador de vida es como tener un entrenador físico para la carrera profesional o la vida fuera del trabajo.
La empresa de Lakhani, Bold Approach, también dona parte de su tiempo a ayudar gente que tiene de todo menos éxito, incluyendo mujeres que han sufrido de abuso o madres solteras.
Un hombre en San Francisco dijo a la Voz de América que se reúne con su entrenador de vida una vez a la semana, en persona, y que hablan por teléfono dos veces semanalmente. “Mi entrenador de vida y yo trabajamos en mi futuro”, explicó.
Una asociación de entrenadores de vida tiene más de 5.000 miembros en todo el mundo. Tiene un código de ética y ofrece credenciales a sus miembros, las cuales se otorgan en cuatro niveles, siendo “entrenador maestro” el más alto.
Otros, sin embargo, menos fascinados con esta nueva corriente, les llaman “profesionales de ayuda”. Según los críticos, cualquiera, entrenado o no, podría llamarse a sí mismo entrenador de vida. Además indican que entrometerse en la vida de otros podría hacer más mal que bien.