Sin recursos y afrontando la fuga de profesionales, en Venezuela la ciencia resiste gracias a donaciones. Los institutos, laboratorios y museos dedicados a la investigación se ven en aprietos para garantizar el funcionamiento de equipos, o sencillamente, mantener los espacios en buen estado. ¿Cuál es la realidad de los que continúan luchando por mantenerla y bajo que circunstancias? Veamos el siguiente informe.
Con un presupuesto de apenas un dólar al año, el Museo del Instituto de Zoología Agrícola de Maracay, en Venezuela sigue de pie.
"No contamos con nada, todo lo que necesitamos lo tenemos que generar, ya sea a través de donaciones o bien vía visitas guiadas. Eso, por supuesto, mantiene al personal sumamente estresado, preocupado, porque no sabe el día de mañana cómo vamos a seguir funcionando. Y lo importante es que este es un patrimonio de Venezuela para el mundo, que no se puede perder".
Una luz parpadea en la entrada de la institución, que alberga la colección de libélulas más grande de Latinoamérica, además de 3 millones y medio de insectos, en cuyos organismos los científicos pueden encontrar información de enfermedades o sobre el cambio climático.
"Esta oscuridad no es para proteger las obras, sino simplemente porque no tenemos bombillo", dijo José Clavijo, director del Museo del Instituto de Zoología Agrícola.
El dinero que habían reunido para comprar las lámparas tuvo que gastarse en reparar la bomba de agua. Y así operan, resolviendo una avería tras otra...
"La situación que más nos estresa es la falta del aire acondicionado, no en nuestras oficinas, que ninguna de las oficinas tiene aire acondicionado, pero sí las colecciones que van a visitar dentro. Deben tener condiciones de humedad y temperatura para evitar que se deteriore. Cuando eso ocurre, ustedes nos van a ver por las redes pidiendo auxilio", indicó Clavijo.
En Caracas, la delincuencia puso en situación de emergencia al Instituto de Medicina Tropical, que también subsiste gracias a donaciones privadas. En los últimos 5 años, se reportaron 86 robos en el lugar.
"Se llevaron computadores, impresoras, fotocopiadoras, pipetas ¡Qué no se llevaron! ¡Hasta las engrapadoras! El día que yo llegué y mi sección estaba toda en el pasillo, destruida, con todas las tesis, los trabajos, los tubos, todo en el suelo, eso fue llorando como si se nos hubiera muerto alguien”
Este año, el Estado venezolano restituyó algunos de los equipos robados y financió la restauración de sus instalaciones, pero lo que no se recupera, según la directiva del centro, es el recurso humano. El instituto solía tener 80 empleados. Hoy la mitad de ellos han renunciado por la crisis económica.
"¿Hasta cuándo aguantamos? Hasta que el cuerpo pueda, hasta que yo pueda subir las escaleras, hasta que pueda dar las conferencias... Yo ya estoy jubilada desde 2007, y aquí estamos. Nosotros los años de la pandemia no dejamos de trabajar un solo día".
En Venezuela, el 4,61 % del presupuesto de la nación se destina a ciencia y tecnología, según la presidencia de la República.
Más allá de estos números, los investigadores venezolanos confiesan que, repetidamente, sacan dinero de sus propias cuentas para velar porque la ciencia no quede rezagada. Adriana Núñez Rabascall, Voz de América, Caracas, Venezuela