Tras largos meses de campaña y elecciones intermedias, finalmente este domingo los argentinos definirán quién será su presidente por los próximos cuatro años. En un balotaje que se avizora muy parejo, Sergio Massa y Javier Milei dirimirán la conducción de un país sumido en una profunda crisis económica y polarización social.
Este contexto resulta clave para comprender el humor de la población y la posible inclinación hacia un candidato o el otro. “En la Argentina hay una falta de perspectiva positiva porque hace muchos años que vivimos en crisis y eso genera un efecto de acostumbramiento y de impotencia”, explicó en diálogo con la Voz de América el consultor y encuestador Federico González.
“La situación económica en general, el poder adquisitivo y el humor de los consumidores quedó muy deteriorado desde las elecciones primarias de agosto, cuando se aceleró el ritmo de inflación y devaluación de la moneda”, agregó el economista jefe de la consultora Invecq, Matías Surt.
Los analistas consultados por la VOA aseguran que este panorama es el que le permitió al libertario Milei capitalizar el enojo social para alcanzar la segunda vuelta electoral y, al mismo tiempo, el que le posibilitó al oficialista Massa a desplegar una red de ayudas sociales y asistencia económica para lograr el apoyo necesario para llegar al balotaje.
Sergio Massa, actual ministro de Economía y candidato por el espacio oficialista Unión por la Patria, fue el más votado en la elección general de octubre con el 36,68 % del total de los votos. En segundo lugar se ubicó Javier Milei, de La Libertad Avanza, con el 29,98 % de los sufragios.
Pero, de cara al balotaje, los ojos y las estrategias de los dos candidatos se concentraron en seducir a los indecisos y al electorado que votó por Patricia Bullrich, representante de la centroderecha, quien finalizó tercera con el 23,83 % de los sufragios, o los que eligieron por el gobernador de la provincia de Córdoba, el peronista Juan Schiaretti, que se ubicó en cuarto lugar con el 6,78 %.
La clave de los indecisos y la centroderecha
“En prácticamente todos los procesos electorales los votantes indecisos son clave, pero en este lo son aún más dado que todos los pronósticos indican resultados muy cerrados”, analizó el politólogo Patricio Giusto ante la consulta de la VOA.
Por su parte, la analista y politóloga Nayet Kademian consideró que, pese a que “los candidatos proponen modelos de país totalmente diferente y que la población está yendo a votar con mucho enojo”, pareciera ser que “la ciudadanía finalmente se terminará volcando por alguno de ellos dos y no habrá tanto voto en blanco”. El interrogante es por quién se inclinarán.
En la misma línea, el consultor Federico González explicó que hay dos tipos de indecisos. En primer lugar, lo que él llama los “indeciso light (ligero)” que no les convence ninguno de los dos candidatos. Mientras que, en segundo lugar, se ubica el que siente que “tiene que elegir entre dos males con un dilema doble negativo”.
De todos modos, González entiende que “la fuerza decisoria siempre tiende a ser un sprint final para que las personas vayan a votar”. Es algo que él cataloga como una “preferencia pasiva” donde el ciudadano definirá su voto “aunque no se anime a revelarlo en público”.
Tras la elección general de octubre, tanto Massa como Milei intentaron mostrarse moderados para captar rápidamente a esos votantes indecisos o a los del centro que se habían quedado sin candidato para la definición presidencial. Pero fue el libertario quien obtuvo el respaldo público más convincente.
Mauricio Macri y Patricia Bullrich manifestaron rápida y abiertamente que “habían hecho las paces” con el líder de La Libertad Avanza y llamaron a sus votantes a que lo acompañen para “terminar de una vez por todas con el kirchnerismo”, como dijo la propia Bullrich.
Aunque esta decisión generó un quiebre en la coalición opositora de Juntos por el Cambio, el expresidente Macri continuó apoyando a Milei tanto en público como en privado, aportando fiscales y siendo parte de la estrategia de campaña a lo largo de las últimas semanas.
Si bien no hay sondeos concretos sobre cuántos votantes de Bullrich migrarán hacia Milei, la propia ex candidata de la centroderecha aseguró en las últimas horas que “el 80 %” de sus votos irán para el libertario.
El encuestador Federico González consideró ante la VOA que el gesto de Bullrich hizo que “una parte importante de su electorado tuviera la sensación de que podía seguir jugando el partido, no de la forma en que hubiesen querido ni tampoco como titulares en la final, pero por lo menos con la posibilidad de estar presentes en la definición de la contienda”.
Una elección marcada por el descontento
Al caminar por las calles del centro de la Ciudad de Buenos Aires es fácilmente palpable la inconformidad de la sociedad sobre el rumbo del país y los candidatos que competirán en el balotaje para convertirse en presidente.
“Prefiero votar en blanco porque ninguno de los dos me da confianza, no les creo”, señaló convincente David mientras se dirige a su trabajo en la icónica avenida Corrientes, a metros del Obelisco.
“La verdad que no sé a quién votar, pero no porque los dos tengan ideas que me convenzan y me gusten, sino todo lo contrario, ambos candidatos me parecen impresentables y terminaré eligiendo entre lo que pienso es el mal mejor”, contó Catalina, una mujer que tiene un local de depilación que prácticamente se encuentra quebrado por la grave crisis económica.
A lectura de los analistas, estos testimonios son el fiel reflejo de lo que siente la sociedad argentina. “Esta elección se está jugando entre dos emociones”, le explicó a este medio la politóloga Nayet Kademián, para luego agregar: “Una es el miedo que genera Milei en aproximadamente la mitad de la población y, la otra, la desconfianza que despierta Massa en prácticamente la otra mitad de la sociedad”.
Dicha situación genera que muchos de los que no votaron ni por Massa ni Milei en la elección general duden en hacerlo ahora o se vuelquen hacia alguno de los dos candidatos sin un convencimiento absoluto.
Con todas estas aristas en juego, más de 35 millones de argentinos están habilitados para dirigirse a las urnas y votar al presidente del país por los próximos cuatro años. Las interrogantes sobre el desenlace son muchas, como así también el comportamiento que tendrá este electorado clave de indecisos y de centroderecha.