El papa Francisco rindió homenaje el domingo a católicos que fueron perseguidos, torturados y asesinados durante el régimen comunista en Rumanía, al beatificar a siete obispos mártires en su tercer y último día en el país.
Francisco presidió la ceremonia en Blaj, un baluarte de la Iglesia católica griega que fue ilegalizada durante el comunismo. Los siete obispos fueron detenidos y encarcelados entre 1950 y 1970 por atenerse a su fe.
El pontífice los presentó como modelos para los fieles rumanos en la actualidad, señalando que “dieron su vida para oponerse a un sistema ideológico intolerante”.
“Estas tierras saben bien lo mucho que sufre la gente cuando una ideología o un régimen toma el control, instaurándose como norma en de la misma vida y fe de la gente, reduciendo e incluso eliminando su capacidad de tomar decisiones, su libertad y su espacio para la creatividad”, dijo.
Francisco advirtió que nuevas ideologías amenazan a las familias cristianas actuales, en una aparente alusión a las cuestiones de género, el matrimonio homosexual y otras tendencias seculares a las que Francisco ha tachado en el pasado de “colonización ideológica” de Occidente.
“Formas de colonización ideológica que devalúan a la persona, la vida, el matrimonio y la familia, y por encima de todo, con propuestas alienantes tan ateas como las del pasado, lastiman a nuestros jóvenes y niños, dejándolos sin raíces para crecer”, afirmó.
La ceremonia llena de cánticos siguió el rito bizantino de la Iglesia católica griega, que es leal a Roma. La misa fue oficiada por un obispo católico griego, aunque presidida por Francisco.
La misa se celebró en el simbólico “Campo de libertad”, una gran explanada al este de Blaj donde hubo una importante marcha nacionalista en 1848. Un siglo más tarde, líderes comunistas conmemoraron el aniversario en el campo exigiendo que los católicos griegos se unieran a la Iglesia ortodoxa.
Muchos se negaron, y miles de sacerdotes fueron encarcelados en prisiones comunistas, incluidos los siete que fueron beatificados el domingo. Las propiedades de la Iglesia católica fueron confiscadas. El rechazo de la Iglesia ortodoxa a devolver esas propiedades sigue siendo una fuente de tensión entre las dos instituciones.
“Este es un día sagrado para todos los católicos”, dijo Emanuela Canta, de 50 años y que llegó pronto al campo en Blaj para conseguir un buen sitio. “Ojalá pudiéramos compartir la misma clase de fe que tenían (los mártires). Ojalá Dios nos diera fuerzas a nosotros y a nuestras creencias”.
Como los siete obispos fueron declarados mártires fallecidos debido al odio contra la Iglesia católica, el Vaticano no necesitaba confirmar un milagro atribuido a su intercesión. Ese trámite sería necesario para santificarlos.
Francisco está recorriendo Rumanía para visitar a remotas poblaciones católicas. Tras su misa en Blaj, el papa tenía previsto reunirse con miembros de la vulnerable minoría romaní antes de regresar al Vaticano.